No permitir que las necesidades humanas nos emboten
Mateo 24:37-39 Porque como fueron los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Pues así como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no se dieron cuenta de que venía el juicio hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.
Dios ordenó al principio que, para que el hombre subsistiera, debía comer, beber y casarse. Pero debido a la concupiscencia del hombre, Satanás puede emplear estas necesidades de la vida humana para ocupar al hombre y alejarlo de los intereses de Dios. La característica más sobresaliente de los días previos al diluvio fue que todos estaban comiendo, bebiendo, casándose y dando en casamiento, lo cual indica que la gente de esos días estaba embotada por el disfrute carnal y mundano. La misma situación impera en la sociedad actual. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya necesidad de que comamos, bebamos y nos casemos; de hecho, todo esto es indispensable para nuestra existencia. Pero no debemos permitir que estas cosas nos emboten y entumezcan nuestros sentidos
Hoy las personas estudian y trabajan a fin de disfrutar de la mejor comida, la mejor bebida y el mejor matrimonio. No tienen en mente las cosas de Dios. ¡Cuán común es hoy la falta de interés en Dios! Esta deplorable situación de la sociedad continuará hasta que culmine en el tiempo de la parusía del Señor (segunda venida).
Durante los días de Noé, el punto culminante de la degradación del hombre se dio poco antes de que el diluvio trajera el juicio de Dios. En cierto sentido, la parusía de Cristo será como el diluvio que trae el juicio de Dios. En los días de Noé, el diluvio trajo el juicio sobre la gente embotada; así también la parusía traerá el juicio de Dios sobre este mundo embotado. Cristo descenderá a la tierra y ejecutará el justo juicio de Dios sobre este mundo embriagado y rebelde.
Mateo 24:37-39 Porque como fueron los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Pues así como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no se dieron cuenta de que venía el juicio hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.
Dios ordenó al principio que, para que el hombre subsistiera, debía comer, beber y casarse. Pero debido a la concupiscencia del hombre, Satanás puede emplear estas necesidades de la vida humana para ocupar al hombre y alejarlo de los intereses de Dios. La característica más sobresaliente de los días previos al diluvio fue que todos estaban comiendo, bebiendo, casándose y dando en casamiento, lo cual indica que la gente de esos días estaba embotada por el disfrute carnal y mundano. La misma situación impera en la sociedad actual. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya necesidad de que comamos, bebamos y nos casemos; de hecho, todo esto es indispensable para nuestra existencia. Pero no debemos permitir que estas cosas nos emboten y entumezcan nuestros sentidos
Hoy las personas estudian y trabajan a fin de disfrutar de la mejor comida, la mejor bebida y el mejor matrimonio. No tienen en mente las cosas de Dios. ¡Cuán común es hoy la falta de interés en Dios! Esta deplorable situación de la sociedad continuará hasta que culmine en el tiempo de la parusía del Señor (segunda venida).
Durante los días de Noé, el punto culminante de la degradación del hombre se dio poco antes de que el diluvio trajera el juicio de Dios. En cierto sentido, la parusía de Cristo será como el diluvio que trae el juicio de Dios. En los días de Noé, el diluvio trajo el juicio sobre la gente embotada; así también la parusía traerá el juicio de Dios sobre este mundo embotado. Cristo descenderá a la tierra y ejecutará el justo juicio de Dios sobre este mundo embriagado y rebelde.