sábado, 21 de marzo de 2009

EL COMIENZO DEL MINISTERIO II


Teniendo en mente cómo actuó el Señor después de que Juan el Bautista fue encarcelado, debemos aprender a no intentar ser sobrenaturalmente espirituales. Jesús no era espiritual de ese modo. También debemos aprender a no actuar conforme a la historia ni conforme al entendimiento humano, según los cuales el rey de los judíos debía haber estado en Jerusalén sentado en el trono. Sin embargo, Jesús no actuó en conformidad con la dirección espiritual, ni según la historia ni el concepto natural. Por el contrario, El actuó en conformidad con lo indicado por el ambiente que correspondía a la economía de Dios. Al actuar así, espontáneamente cumplió la profecía de Isaías 9:1 y 2. Aunque el Señor aparentemente actuó conforme al medio ambiente en vez de seguir al Espíritu, lo que hizo cumplió la profecía de las Escrituras.

Al obrar con el Señor debemos evitar dos extremos. El primer extremo es el sobrenatural. Algunos afirman que no hay necesidad de considerar el medio ambiente porque tienen al Espíritu. El otro extremo presta demasiado atención a la historia y a la inclinación y entendimiento naturales. Pero en Mateo 4 el nuevo Rey no procedió conforme a la llamada dirección espiritual ni conforme a la historia ni a la inclinación natural. Más bien, El actuó junto con la economía de Dios conforme a lo indicado por el ambiente. Fue a Galilea, a la región de Zabulón y Neftalí, para brillar como una gran luz sobre los asentados en tinieblas y en región y sombra de muerte (4:15-16).

Nada sucedió a Juan el Bautista ni al Señor Jesús por casualidad. Cuando Juan comenzó a ministrar a la edad de treinta, lo hizo con denuedo. Muy poco después fue encarcelado. Tal vez le es difícil a usted creer que Juan el Bautista fuese encarcelado. Parece que no había razón. De nuevo, su encarcelamiento fue resultado del ambiente. Juan fue encarcelado por el rey Herodes y no por los líderes judíos. Sin embargo, tanto el poder religioso como el poder político, o sea la religión judía y el gobierno romano colaboraron, lo cual resultó en el cumplimiento del propósito de Dios. Juan el Bautista fue encarcelado durante este tiempo bajo la soberanía de Dios conforme a Su economía. Para todo ministerio de recomendación llega el momento en el cual debe cesar. Si Juan el Bautista no hubiera sido encarcelado, le habría sido difícil cesar de ministrar. Juan era el que recomendaba; por eso, su ministerio no debía haber continuado. En el capítulo tres del Evangelio de Juan vemos que los discípulos de Juan el Bautista competían con el ministerio del nuevo Rey (v. 26). El ministerio del que recomendaba competía con el del Rey. Por lo tanto, el ministerio del que recomendaba tenía que ser detenido; la mejor manera de detenerlo fue encarcelar a Juan y aun permitir que fuese decapitado.

Tal vez usted diga que Dios no podía ser tan cruel como para permitir esto. Pero a veces Dios permite cosas como ésta. Sin lugar a dudas, Dios lo levanta a usted, lo prepara, lo constituye, lo capacita y lo usa mucho. Pero después de usarlo, es posible que El diga: “Vete a la cárcel y espera allí tu ejecución”. ¿Puede usted aceptarlo? Quizás usted diga: “Esto es completamente injusto. Dios no debe permitirlo!” Pero anteriormente Dios lo ha permitido muchas veces, y creo que volverá a hacerlo. Si El permite que esto le suceda a usted, usted simplemente debe decir: “Amén”. No envíe a algunos de sus discípulos para hacer frente a Cristo preguntando: “¿Eres Tú el Cristo, el Señor todopoderoso a quien sirvo? Si éste es el caso, ¿por qué no haces algo para rescatarme de la cárcel?” El Rey diría: “No voy a salvarte de esto. Debes morir. Debes llegar a tu fin. Que el nuevo Rey esté en el trono”. Juan el Bautista y su ministerio llegaron a su fin por la llegada del nuevo Rey. Cuando el nuevo Rey está presente, nadie ni nada debe competir con El.

No hay comentarios: