lunes, 4 de agosto de 2008

LA PRIMERA RAZÓN DE CRISTO


LA PRIMERA RAZÓN POR LA QUE CRISTO TENÍA QUE MORIR
Hay por lo menos tres razones por las que Cristo tenía que ser crucificado. Primero, el hombre es caído y la creación ha sido corrompida por el enemigo; por lo tanto, es necesario que tanto el hombre como la creación fueran juzgados. Por un lado, el hombre está en contradicción a la santidad y justicia de Dios y “carece de la gloria de Dios” (Ro. 3:23); por otro lado, la creación fue sujetada a vanidad y a esclavitud de corrupción (8:20-21). Así que, el hombre y la creación deben ser juzgados por Dios.
Veamos esto desde otro punto de vista. Dios tenía un plan, y Satanás intervino para estorbar, e incluso impedir, el cumplimiento de este plan. Sin embargo, él nunca podrá tener éxito. Es posible que Satanás logre estorbar el plan eterno de Dios y ocasionar demoras, pero jamás podrá impedir que éste se lleve a cabo. Dios ciertamente cumplirá lo que se ha propuesto. De manera que la pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo podía Dios cumplir Su propósito eterno, dado que el hombre estaba en una condición caída y la creación se había corrompido? La respuesta es: por medio de la redención a través del juicio. Por eso Cristo tenía que morir en la cruz. Ésta es la razón por la que Él tenía que ser juzgado por la humanidad caída y la creación corrompida. Mediante este juicio, Dios podría redimir a la humanidad caída, y recobrar la creación corrompida. Así que, la muerte de Cristo le permitió a Dios, por una parte, llevar a cabo Su juicio, y por otra, efectuar la redención. Esto nos muestra la sabiduría de Dios. Dios utilizó la obra de Satanás para Su propio beneficio.
Todos sabemos que éramos pecadores (Ro. 5:19). Somos pecadores por nacimiento, debido a que somos descendientes de Adán. Los niños que nacen en este país, que son hijos de extranjeros, automáticamente se hacen estadounidenses. No necesitan ser naturalizados, pues de hecho son estadounidenses por nacimiento. Asimismo, nosotros nacimos pecadores. No importa cuán buenos hubiesen sido nuestros padres ni cuán buenos nosotros seamos, todos somos pecadores por nacimiento y todos hemos pecado (3:23). Dios tiene que juzgar a los pecadores. Pero, ¿dónde y cómo fuimos juzgados? No hay duda de que necesitamos ser redimidos, pero, ¿dónde y cómo fuimos redimidos? Debemos respondernos estas preguntas delante de Dios y delante de nosotros mismos. Debemos tener la plena certeza de que ya hemos sido salvos del juicio de Dios y que hemos sido redimidos. ¡Podemos declarar confiadamente que hemos sido librados del juicio de Dios y que hemos sido redimidos por Él! Hermanos y hermanas, no sólo fuimos juzgados hace dos mil años en la cruz y en Cristo, sino que también fuimos redimidos por Él. ¡Alabado sea el Señor! Cristo fue juzgado por nosotros mediante Su muerte (1 P. 2:24; 3:18), y gracias a este juicio, Dios nos redimió. Él sólo puede redimir lo que ha juzgado. Dios solamente redime lo que juzga. Ningún pecador puede ser redimido si antes no ha sido juzgado en la cruz. ¡Pero alabado sea el Señor! Ya que Cristo fue juzgado, también logró redención por nosotros (He. 9:12; Ro. 3:24). En el momento en que fuimos juzgados con Cristo en la cruz, fuimos también redimidos. Dios juzgó tanto al hombre pecaminoso como a la creación corrompida, y, al mismo tiempo, los redimió (Col. 1:20-22). ¿Por qué? Debido a que Dios necesita tanto la humanidad como la creación para cumplir Su propósito eterno. Por eso Cristo tenía que morir.

CRISTO ES DIOS AMEN...

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