El Espíritu, como el Hijo, con el Padre:la consumación del Dios Triuno
La segunda sección es de los Hechos a Judas. Lo que se revela aquí es el Espíritu. El Hijo que se hizo carne murió y resucitó y se hizo el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45b). En estos veintidós libros este Espíritu vivificante es como el Hijo y con el Padre. En los cuatro Evangelios la Trinidad era el Hijo con el Padre por el Espíritu, pero en estos veintidós libros la Trinidad es el Espíritu como el Hijo y con el Padre. Esta es la consumación del Dios Triuno en la iglesia como el Cuerpo de Cristo, el templo de Dios, el reino de Dios y la casa de Dios, que vive a Cristo hasta la plenitud de Dios. La plenitud de Dios significa la expresión de Dios en su totalidad. Después de Su muerte y resurrección, el Señor Jesús llegó a ser el Espíritu como el Hijo y con el Padre para ser la consumación del Dios Triuno, no solamente en una Persona, Jesucristo, sino en la iglesia como el Cuerpo de Cristo, el templo de Dios, el reino de Dios y la casa de Dios. Esta es una Persona corporativa, y esta Persona corporativa vive a Cristo para la plenitud de Dios, la expresión de Dios en su totalidad. Esto es el desarrollo de la iniciación en los Evangelios, el cual se encuentra en los veintidós libros de los Hechos a Judas. Hoy día estamos en este desarrollo.
La segunda sección del Nuevo Testamento todavía habla de la misma Persona, pero en una etapa más avanzada. En los cuatro Evangelios podemos ver cómo Dios, el Triuno, se encarnó, es decir se manifestó en la carne. El Dios completo, el Dios de la Trinidad, se hizo carne y vivió en esta tierra por treinta y tres años y medio. El murió en la. cruz por nuestros pecados para efectuar una redención plena para nosotros, y fue resucitado. Primera Corintios 15:45b nos dice claramente que el postrer Adán, Jesucristo, se hizo un Espíritu vivificante por medio de la muerte y la resurrección. En el día de Su resurrección, regresó a Sus discípulos como el Espíritu, el “Cristo neumático”.
Con un cuerpo resucitado el Señor (Lc. 24:37-40; 1 Co. 15:44) entró al cuarto donde estaban los discípulos, estando la puerta cerrada. El estuvo allí con un cuerpo resucitado porque les mostró Sus manos y Su costado. Estuvo allí de una manera neumática. Luego El se sopló a Si mismo dentro de Sus discípulos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn. 20:22). La palabra griega para Espíritu es pnéuma la cual puede traducirse espíritu, aliento o viento. En realidad Espíritu Santo en este versículo debe traducirse como Aliento Santo, Pnéuma Santo. El Espíritu Santo no es una Persona separada del Hijo, Jesucristo. ¿Cómo puede el aliento de ustedes ser exhalado de su ser para llegar a ser una segunda persona? Esto no es lógico. El aliento es la misma liberación de la esencia intrínseca del ser de una persona. El aliento es la esencia intrínseca del que respira. El Cristo neumático, el mismo Cristo que es el pnéuma, regresó a Sus discípulos en el día de la resurrección y sopló dentro de ellos la esencia intrínseca de Su ser. En aquel día, el Cristo neumático entró en Sus discípulos.
De aquel día en adelante, El no sólo estaba entre Sus discípulos, sino también dentro de ellos para poder entrenarlos a que se acostumbraran a Su presencia invisible. Durante los tres años y medio de Su ministerio terrenal, Pedro, Juan, Jacobo y los otros discípulos estaban acostumbrados a Su presencia visible, pero luego Su presencia se volvió invisible. Los discípulos no estaban acostumbrados a esta presencia invisible, así que el Señor los entrenó por cuarenta días. En estos cuarenta días, El se les aparecía inesperadamente sin que se dieran cuenta (Jn. 21:4; Lc. 24:15-16). Cuando los dos discípulos en el camino a Emaús se dieron cuenta de que era Jesús el que estaba con ellos, El se les desapareció (Lc. 24:31). Puede ser que a menudo no tengamos mucha comprensión de que Jesús el Señor está con nosotros. Sin embargo, muchos santos han experimentado la manifestación del Señor cuando iban a alguna parte o hacían algo contra Sus deseos. Por ejemplo, en Juan 21 vemos que Pedro regresó a su antigua ocupación, reincidiendo del llamamiento del Señor (Mt. 4:19-20; Lc. 5:3-11), debido a la prueba de la necesidad de su vivir. Fue entonces cuando el Señor se les apareció en la playa. El se nos aparece muchas veces a fin de restringirnos y alumbrarnos para hacernos continuar en el camino que lleva a la vida.
Desde Su resurrección, la presencia del Señor es invisible en el Espíritu. Su manifestación o Sus apariciones después de Su resurrección fueron para entrenar a los discípulos a que percibieran, disfrutaran y practicaran Su presencia invisible, la cual es más disponible, prevaleciente, preciosa, rica y verdadera que Su presencia visible. Esta querida presencia de El era simplemente “el Espíritu” en Su resurrección, quien El había soplado dentro de ellos y quien estaría con ellos todo el tiempo.
En los veintidós libros de la Biblia de los Hechos a Judas vemos al Espíritu como el Hijo. Primera Corintios 15:45b nos dice que el postrer Adán, Jesucristo, se hizo un Espíritu vivificante, y 2 Corintios 3:17 nos dice: “el Señor es el Espíritu”. En estos veintidós libros, la figura principal es el Espíritu: el Espíritu como el Hijo y con el Padre. Juan 14:23 dice: “Respondió Jesús y les dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Esto significa que cuando el Hijo viene, siempre viene con el Padre. Las Epístolas nos dicen claramente que el Espíritu es el Hijo; El está también con el Padre porque el Padre está siempre con el Hijo. El Espíritu como el Hijo y con el Padre es la consumación del Dios Triuno en la iglesia.
La corporificación del Dios Triuno estaba en Jesucristo, y la consumación del Dios Triuno está en la iglesia como el Cuerpo de Cristo y el templo de Dios. El Cuerpo de Cristo es el reino de Dios, y el templo de Dios es la casa de Dios la cual vive a Cristo. La iglesia hoy día vive a Cristo. Todos estamos viviendo a Cristo cada día hasta la plenitud de Dios, la cual es la misma expresión de Dios, el Dios Triuno. Esto se halla en los veintidós libros de la Biblia, de los Hechos a Judas, como el desarrollo. Cristo fue la iniciación a fin de desarrollarse para ser Su engrandecimiento, el cual es la iglesia, la plenitud del Dios Triuno.
La segunda sección es de los Hechos a Judas. Lo que se revela aquí es el Espíritu. El Hijo que se hizo carne murió y resucitó y se hizo el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45b). En estos veintidós libros este Espíritu vivificante es como el Hijo y con el Padre. En los cuatro Evangelios la Trinidad era el Hijo con el Padre por el Espíritu, pero en estos veintidós libros la Trinidad es el Espíritu como el Hijo y con el Padre. Esta es la consumación del Dios Triuno en la iglesia como el Cuerpo de Cristo, el templo de Dios, el reino de Dios y la casa de Dios, que vive a Cristo hasta la plenitud de Dios. La plenitud de Dios significa la expresión de Dios en su totalidad. Después de Su muerte y resurrección, el Señor Jesús llegó a ser el Espíritu como el Hijo y con el Padre para ser la consumación del Dios Triuno, no solamente en una Persona, Jesucristo, sino en la iglesia como el Cuerpo de Cristo, el templo de Dios, el reino de Dios y la casa de Dios. Esta es una Persona corporativa, y esta Persona corporativa vive a Cristo para la plenitud de Dios, la expresión de Dios en su totalidad. Esto es el desarrollo de la iniciación en los Evangelios, el cual se encuentra en los veintidós libros de los Hechos a Judas. Hoy día estamos en este desarrollo.
La segunda sección del Nuevo Testamento todavía habla de la misma Persona, pero en una etapa más avanzada. En los cuatro Evangelios podemos ver cómo Dios, el Triuno, se encarnó, es decir se manifestó en la carne. El Dios completo, el Dios de la Trinidad, se hizo carne y vivió en esta tierra por treinta y tres años y medio. El murió en la. cruz por nuestros pecados para efectuar una redención plena para nosotros, y fue resucitado. Primera Corintios 15:45b nos dice claramente que el postrer Adán, Jesucristo, se hizo un Espíritu vivificante por medio de la muerte y la resurrección. En el día de Su resurrección, regresó a Sus discípulos como el Espíritu, el “Cristo neumático”.
Con un cuerpo resucitado el Señor (Lc. 24:37-40; 1 Co. 15:44) entró al cuarto donde estaban los discípulos, estando la puerta cerrada. El estuvo allí con un cuerpo resucitado porque les mostró Sus manos y Su costado. Estuvo allí de una manera neumática. Luego El se sopló a Si mismo dentro de Sus discípulos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn. 20:22). La palabra griega para Espíritu es pnéuma la cual puede traducirse espíritu, aliento o viento. En realidad Espíritu Santo en este versículo debe traducirse como Aliento Santo, Pnéuma Santo. El Espíritu Santo no es una Persona separada del Hijo, Jesucristo. ¿Cómo puede el aliento de ustedes ser exhalado de su ser para llegar a ser una segunda persona? Esto no es lógico. El aliento es la misma liberación de la esencia intrínseca del ser de una persona. El aliento es la esencia intrínseca del que respira. El Cristo neumático, el mismo Cristo que es el pnéuma, regresó a Sus discípulos en el día de la resurrección y sopló dentro de ellos la esencia intrínseca de Su ser. En aquel día, el Cristo neumático entró en Sus discípulos.
De aquel día en adelante, El no sólo estaba entre Sus discípulos, sino también dentro de ellos para poder entrenarlos a que se acostumbraran a Su presencia invisible. Durante los tres años y medio de Su ministerio terrenal, Pedro, Juan, Jacobo y los otros discípulos estaban acostumbrados a Su presencia visible, pero luego Su presencia se volvió invisible. Los discípulos no estaban acostumbrados a esta presencia invisible, así que el Señor los entrenó por cuarenta días. En estos cuarenta días, El se les aparecía inesperadamente sin que se dieran cuenta (Jn. 21:4; Lc. 24:15-16). Cuando los dos discípulos en el camino a Emaús se dieron cuenta de que era Jesús el que estaba con ellos, El se les desapareció (Lc. 24:31). Puede ser que a menudo no tengamos mucha comprensión de que Jesús el Señor está con nosotros. Sin embargo, muchos santos han experimentado la manifestación del Señor cuando iban a alguna parte o hacían algo contra Sus deseos. Por ejemplo, en Juan 21 vemos que Pedro regresó a su antigua ocupación, reincidiendo del llamamiento del Señor (Mt. 4:19-20; Lc. 5:3-11), debido a la prueba de la necesidad de su vivir. Fue entonces cuando el Señor se les apareció en la playa. El se nos aparece muchas veces a fin de restringirnos y alumbrarnos para hacernos continuar en el camino que lleva a la vida.
Desde Su resurrección, la presencia del Señor es invisible en el Espíritu. Su manifestación o Sus apariciones después de Su resurrección fueron para entrenar a los discípulos a que percibieran, disfrutaran y practicaran Su presencia invisible, la cual es más disponible, prevaleciente, preciosa, rica y verdadera que Su presencia visible. Esta querida presencia de El era simplemente “el Espíritu” en Su resurrección, quien El había soplado dentro de ellos y quien estaría con ellos todo el tiempo.
En los veintidós libros de la Biblia de los Hechos a Judas vemos al Espíritu como el Hijo. Primera Corintios 15:45b nos dice que el postrer Adán, Jesucristo, se hizo un Espíritu vivificante, y 2 Corintios 3:17 nos dice: “el Señor es el Espíritu”. En estos veintidós libros, la figura principal es el Espíritu: el Espíritu como el Hijo y con el Padre. Juan 14:23 dice: “Respondió Jesús y les dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Esto significa que cuando el Hijo viene, siempre viene con el Padre. Las Epístolas nos dicen claramente que el Espíritu es el Hijo; El está también con el Padre porque el Padre está siempre con el Hijo. El Espíritu como el Hijo y con el Padre es la consumación del Dios Triuno en la iglesia.
La corporificación del Dios Triuno estaba en Jesucristo, y la consumación del Dios Triuno está en la iglesia como el Cuerpo de Cristo y el templo de Dios. El Cuerpo de Cristo es el reino de Dios, y el templo de Dios es la casa de Dios la cual vive a Cristo. La iglesia hoy día vive a Cristo. Todos estamos viviendo a Cristo cada día hasta la plenitud de Dios, la cual es la misma expresión de Dios, el Dios Triuno. Esto se halla en los veintidós libros de la Biblia, de los Hechos a Judas, como el desarrollo. Cristo fue la iniciación a fin de desarrollarse para ser Su engrandecimiento, el cual es la iglesia, la plenitud del Dios Triuno.
lsm
No hay comentarios:
Publicar un comentario