martes, 17 de noviembre de 2009

El Hijo, con el Padre, por el Espíritu:la corporificación del Dios Triuno


El Hijo, con el Padre, por el Espíritu:la corporificación del Dios Triuno
En la primera sección, los cuatro Evangelios, esta Persona maravillosa fue revelada como el Hijo de Dios viniendo con el Padre y por el Espíritu para ser la corporificación del Dios Triuno en Jesucristo como el tabernáculo de Dios y como el templo de Dios, y viviendo la vida de Dios a fin de desarrollarse para ser el reino de Dios. Esto se encuentra en los Evangelios como la iniciación.
El Dios Triuno es revelado en el Nuevo Testamento primero como el Hijo de Dios en Su humanidad, Jesucristo. Debemos comprender, sin embargo, que al venir el Hijo, no vino solo, dejando al Padre en el trono. Esta es una idea errónea en la enseñanza del triteísmo. Los que tienen este concepto usan Mateo 3:16-17 como una base para su creencia. En estos versículos el Hijo subió del agua, el Espíritu descendió sobre el Hijo y el Padre habló en cuanto al Hijo. Está claro que estos versículos demuestran que el Padre, el Hijo y el Espíritu existen simultáneamente. Los triteístas, sin embargo, dan demasiado énfasis al lado de los tres en la Trinidad, y consideran al Padre como un Dios, al Hijo como otro Dios y al Espíritu como un tercer Dios. Muchos de nosotros tuvimos este concepto de que hay tres Dioses, o incluso ahora lo mantenemos, inconsciente o subconscientemente.
El Nuevo Testamento revela que cuando vino el Hijo de Dios, vino con el Padre (Jn. 8:29; 16:32). El Hijo decía que nunca estaba solo en esta tierra, porque el Padre estaba con El todo el tiempo. El Hijo estaba con el Padre y por el Espíritu. Mateo 1:18 y 20 nos dice que María “fue hallada teniendo del Espíritu Santo en el vientre” (lit.) y “lo que en ella es engendrado (generado), del Espíritu Santo es” (lit.). El Espíritu Santo fue la propia esencia divina que constituyó la concepción de Jesús. El que nació de la virgen María y fue llamado Jesús tenía la esencia divina en Su ser; ésta fue la razón por la cual El nació no meramente como un hombre sino como el Dios-hombre. Era el Dios completo y el Hombre perfecto porque la esencia divina era Su misma constitución. Por lo tanto, el Hijo vino en la carne con el Padre y por el Espíritu.
También, el Hijo con el Padre por el Espíritu vino para ser la corporificación del Dios Triuno (Col. 2:9). Esta Persona es el Dios Triuno corporificado. No consideren que el Hijo pudiera estar solo, separado del Padre o del Espíritu. Conforme a la revelación entera de la Biblia, el Padre, el Hijo y el Espíritu coexisten y son coinherentes desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura. Coexistir significa existir juntos al mismo tiempo, pero ser coinherentes significa existir uno dentro del otro, o sea morar el uno en el otro. Cuando le dijo el Señor Jesús a Felipe que El estaba en el Padre y que el Padre estaba en El, hablaba de ser coinherentes. Es fácil demostrar la coexistencia de tres cosas. Sin embargo, es más difícil demostrar la coinherencia de tres cosas. ¡Qué maravilloso es que los tres de la Deidad coexistan y sean coinherentes desde la eternidad hasta la eternidad!
Cuando Jesús andaba en esta tierra, El no estaba separado del Padre, habiendo dejado al Padre en el cielo, y El no estaba separado del Espíritu, habiendo dejado al Espíritu como una paloma que volaba en el cielo. El era el Hijo que vivía en Su humanidad con el Padre y por el Espíritu. El Hijo con el Padre y por el Espíritu es la corporificación del Dios Triuno en Jesucristo. Se confirma esto con Colosenses 2:9 que dice: “Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. La Deidad es el Padre, el Hijo y el Espíritu. Toda la plenitud de la deidad triuna habitaba corporalmente en este Hombre Jesucristo, así que este Hombre era la corporificación del Dios Triuno como el Hijo, con el Padre y por el Espíritu.
Esta corporificación del Dios Triuno es el tabernáculo de Dios y también el templo de Dios. En el Antiguo Testamento, tanto el tabernáculo como el templo eran tipos de Jesucristo. Juan 1:14 nos dice que el Verbo se hizo carne y tabernaculizó entre nosotros. Esto indica que la humanidad de Jesús era un tabernáculo para corporificar a Dios. Además, en Juan 2:19 y 21 el Señor nos dijo que Su cuerpo era el templo de Dios. Esta corporificación del Dios Triuno también vivió la vida de Dios. El no vivió la vida de ninguna otra cosa. El no vivió la vida de un ángel o de un buen hombre. El vivió la vida de Dios porque El era la corporificación de Dios. El no podía vivir ninguna otra vida, y no debía haber vivido ninguna otra vida. El tenía que vivir la vida única de Dios para que la expresión de Dios se desarrollara para ser el reino de Dios. Los cuatro Evangelios nos revelan la Persona del Hijo de Dios, Jesucristo, y también nos revelan que la vida que vivía esta Persona era la vida de Dios. Los cuatro Evangelios también nos remiten frecuentemente al reino de Dios. Muchos de nosotros no comprendemos a fondo lo que es el reino. El reino de Dios es una Persona (Lc. 17:21) y el desarrollo de esta Persona maravillosa (Mr. 4:3, 26).
Todo esto se encuentra en los cuatro Evangelios como la iniciación. La palabra iniciación significa tener un comienzo que introduce toda la situación a una esfera nueva. En los cuatro Evangelios hay un comienzo nuevo, una era nueva y una dispensación nueva. Los Evangelios son una iniciación para introducir toda la situación a una esfera nueva. Los Evangelios hablan del Hijo que vive la vida de Dios con el Padre por el Espíritu para ser la corporificación del Dios Triuno en Jesucristo como el tabernáculo de Dios y el templo de Dios a fin de desarrollarse para ser el reino de Dios.

lsm

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