Las profundidades del Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento nos revela que el Dios Triuno se hizo carne en el Hijo con el Padre por el Espíritu para ser un Hombre. Como tal, El vivió en esta tierra por treinta y tres años y medio, sin embargo no vivió una vida humana; vivió en la vida humana. El vivió una vida divina, la vida de Dios, en la vida humana. Luego murió en la cruz con siete aspectos para terminar todas las cosas negativas en el universo y para liberar todas las cosas positivas: como el Cordero de Dios murió para tratar con nuestro pecado y nuestros pecados (Jn. 1:29; 1 Co. 15:3); como un Hombre en la carne (Jn. 1:14), murió en la forma del hombre caído, en la semejanza de la carne de pecado (Ro. 8:3), para tratar con la carne caída; como un hombre en la vieja creación, murió para crucificar nuestro viejo hombre (Ro. 6:6); El también murió como una serpiente (Jn. 3:14) para herir la cabeza de la serpiente (Gn. 3:15) y destruirla (He. 2:14) junto con su mundo satánico (Jn. 12:31), para que todos Sus creyentes tuviesen vida eterna (Jn. 3:15-16); como el Primogénito de toda creación (Col. 1:15) murió en la cruz como parte de la vieja creación para terminar toda la vieja creación; también murió como el pacificador (Ef. 2:14-15) para abolir todas las ordenanzas y las diferencias en el vivir, las costumbres y los hábitos entre todo tipo de personas; en el lado positivo El murió como el grano de trigo para liberar la vida divina (Jn. 12:24). El murió tal muerte todo-inclusiva en la cruz, por la cual despejó todo el universo y liberó la vida divina para que nosotros la recibiéramos. Luego fue sepultado y fue resucitado. El entró en un dominio nuevo, un universo nuevo, una esfera nueva. En esta esfera El ya no estaba en la carne, sino que llegó a ser neumático. El se hizo el Espíritu vivificante. En el final de los cuatro Evangelios tal Persona en Su resurrección se sopló como el Neumático dentro de Sus discípulos. De este modo, El llegó a ser la misma vida y esencia intrínseca de Sus discípulos. Estas son las mismas profundidades de lo que se revela en los cuatro Evangelios.
De los Hechos a Judas este Neumático está siempre con Su iglesia. El es el Espíritu, como el Hijo, con el Padre: la misma consumación del Dios Triuno. Antes de Su resurrección, el título “el Padre, el Hijo y el Espíritu” en Mateo 28:19 nunca había sido revelado o usado. Tal título indica que el Dios Triuno ha sido completado y consumado, y que esta consumación es el Espíritu todo-inclusivo, compuesto, vivificante y residente. El Espíritu, como el Hijo, con el Padre, está dentro de nosotros para hacer la iglesia el Cuerpo de Cristo como el reino de Dios y el templo de Dios como la casa de Dios.
Finalmente, debido a la degradación de la iglesia, este Espíritu se ha intensificado siete veces. Por lo tanto, en Apocalipsis esta Persona llega a ser los siete Espíritus que proceden del Eterno y que son del Redentor para ser la intensificación del Dios Triuno en la iglesia vencedora que se consuma en los candeleros de oro en esta era y en la Nueva Jerusalén en la eternidad venidera para que Dios finalice Su economía para tener una expresión corporativa por la eternidad. Estas son las profundidades de la revelación del Nuevo Testamento. Todos nosotros debemos meternos de lleno en estas profundidades; de otro modo, continuaremos siendo superficiales en nuestro entendimiento de la revelación central del Nuevo Testamento.
Jesús es el Señor...El Nuevo Testamento nos revela que el Dios Triuno se hizo carne en el Hijo con el Padre por el Espíritu para ser un Hombre. Como tal, El vivió en esta tierra por treinta y tres años y medio, sin embargo no vivió una vida humana; vivió en la vida humana. El vivió una vida divina, la vida de Dios, en la vida humana. Luego murió en la cruz con siete aspectos para terminar todas las cosas negativas en el universo y para liberar todas las cosas positivas: como el Cordero de Dios murió para tratar con nuestro pecado y nuestros pecados (Jn. 1:29; 1 Co. 15:3); como un Hombre en la carne (Jn. 1:14), murió en la forma del hombre caído, en la semejanza de la carne de pecado (Ro. 8:3), para tratar con la carne caída; como un hombre en la vieja creación, murió para crucificar nuestro viejo hombre (Ro. 6:6); El también murió como una serpiente (Jn. 3:14) para herir la cabeza de la serpiente (Gn. 3:15) y destruirla (He. 2:14) junto con su mundo satánico (Jn. 12:31), para que todos Sus creyentes tuviesen vida eterna (Jn. 3:15-16); como el Primogénito de toda creación (Col. 1:15) murió en la cruz como parte de la vieja creación para terminar toda la vieja creación; también murió como el pacificador (Ef. 2:14-15) para abolir todas las ordenanzas y las diferencias en el vivir, las costumbres y los hábitos entre todo tipo de personas; en el lado positivo El murió como el grano de trigo para liberar la vida divina (Jn. 12:24). El murió tal muerte todo-inclusiva en la cruz, por la cual despejó todo el universo y liberó la vida divina para que nosotros la recibiéramos. Luego fue sepultado y fue resucitado. El entró en un dominio nuevo, un universo nuevo, una esfera nueva. En esta esfera El ya no estaba en la carne, sino que llegó a ser neumático. El se hizo el Espíritu vivificante. En el final de los cuatro Evangelios tal Persona en Su resurrección se sopló como el Neumático dentro de Sus discípulos. De este modo, El llegó a ser la misma vida y esencia intrínseca de Sus discípulos. Estas son las mismas profundidades de lo que se revela en los cuatro Evangelios.
De los Hechos a Judas este Neumático está siempre con Su iglesia. El es el Espíritu, como el Hijo, con el Padre: la misma consumación del Dios Triuno. Antes de Su resurrección, el título “el Padre, el Hijo y el Espíritu” en Mateo 28:19 nunca había sido revelado o usado. Tal título indica que el Dios Triuno ha sido completado y consumado, y que esta consumación es el Espíritu todo-inclusivo, compuesto, vivificante y residente. El Espíritu, como el Hijo, con el Padre, está dentro de nosotros para hacer la iglesia el Cuerpo de Cristo como el reino de Dios y el templo de Dios como la casa de Dios.
Finalmente, debido a la degradación de la iglesia, este Espíritu se ha intensificado siete veces. Por lo tanto, en Apocalipsis esta Persona llega a ser los siete Espíritus que proceden del Eterno y que son del Redentor para ser la intensificación del Dios Triuno en la iglesia vencedora que se consuma en los candeleros de oro en esta era y en la Nueva Jerusalén en la eternidad venidera para que Dios finalice Su economía para tener una expresión corporativa por la eternidad. Estas son las profundidades de la revelación del Nuevo Testamento. Todos nosotros debemos meternos de lleno en estas profundidades; de otro modo, continuaremos siendo superficiales en nuestro entendimiento de la revelación central del Nuevo Testamento.
lsm
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