EL DISFRUTE DE CRISTO PRESENTADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Después de que el hombre cayó, lo primero que hizo Dios por el hombre fue proveerle un sacrificio. Adán disfrutó y participó de ese sacrificio (Gn. 3:21). Abel, después de Adán, participó del mismo sacrificio (4:4). Noé construyó un altar y ofreció en él sacrificios (8:20). Más tarde, Abraham siguió los mismos pasos: construyó un altar y ofreció un sacrificio (12:7-8). Isaac (26:24-25) y Jacob (35:1, 7) también siguieron los pasos de sus antepasados construyendo un altar y ofreciendo sacrificios. El cordero Pascual fue el primer aspecto principal de Cristo disfrutado por los hijos de Israel (Ex. 12:3-7). De Adán a los hijos de Israel, los que fueron escogidos o elegidos por Dios, disfrutaron el mismo sacrifico.
A partir de Exodo 12 los hijos de Israel empezaron a disfrutar el cordero, el cual tipifica a Cristo. Cristo mismo es el Cordero de Dios, sacrificio único en su género, que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29). El cordero mencionado en Exodo 12 tiene dos aspectos: la sangre que redime externamente y la carne que alimenta interiormente. La sangre constituye el aspecto redentor del cordero, y la carne, el aspecto alimentador del cordero. Mediante Cristo, el Cordero de Dios, fuimos llevados de nuevo a disfrutarle como el árbol de la vida. Con el sacrificio del cordero pascual, los hijos de Israel disfrutaron el pan sin levadura y las hierbas amargas (12:8). Luego experimentaron la columna de nube durante el día y la columna de fuego durante la noche (13:21-22), el maná celestial (16:31), y el agua viva que fluyó de la roca hendida (17:6). Finalmente, disfrutaron todas las ofrendas (Lv. 6:8—7:34), el sacerdocio (Ex. 40:13-15), el tabernáculo (Ex. 25:9), todas las riquezas de la buena tierra (Dt.8:7-10) y, por último, disfrutaron de manera más completa a Cristo como el templo (1 R. 7:51). El cordero pascual, el pan sin levadura, las hierbas amargas, el maná celestial, el agua viva, las diferentes clases de ofrendas, y el rico producto de la buena tierra constituyen diferentes aspectos del árbol de la vida. Recordemos que todo el Antiguo Testamento nos habla de una sola cosa: Dios primero se presentó a Sí mismo como el árbol de la vida para que participáramos de El como alimento y le disfrutáramos como nuestra vida y nuestro todo. Después de que el hombre cayó, Dios le proveyó al hombre del cordero para que pudiese ser redimido, y finalmente Dios mismo llegó a ser el templo para el hombre.
Después de que el hombre cayó, lo primero que hizo Dios por el hombre fue proveerle un sacrificio. Adán disfrutó y participó de ese sacrificio (Gn. 3:21). Abel, después de Adán, participó del mismo sacrificio (4:4). Noé construyó un altar y ofreció en él sacrificios (8:20). Más tarde, Abraham siguió los mismos pasos: construyó un altar y ofreció un sacrificio (12:7-8). Isaac (26:24-25) y Jacob (35:1, 7) también siguieron los pasos de sus antepasados construyendo un altar y ofreciendo sacrificios. El cordero Pascual fue el primer aspecto principal de Cristo disfrutado por los hijos de Israel (Ex. 12:3-7). De Adán a los hijos de Israel, los que fueron escogidos o elegidos por Dios, disfrutaron el mismo sacrifico.
A partir de Exodo 12 los hijos de Israel empezaron a disfrutar el cordero, el cual tipifica a Cristo. Cristo mismo es el Cordero de Dios, sacrificio único en su género, que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29). El cordero mencionado en Exodo 12 tiene dos aspectos: la sangre que redime externamente y la carne que alimenta interiormente. La sangre constituye el aspecto redentor del cordero, y la carne, el aspecto alimentador del cordero. Mediante Cristo, el Cordero de Dios, fuimos llevados de nuevo a disfrutarle como el árbol de la vida. Con el sacrificio del cordero pascual, los hijos de Israel disfrutaron el pan sin levadura y las hierbas amargas (12:8). Luego experimentaron la columna de nube durante el día y la columna de fuego durante la noche (13:21-22), el maná celestial (16:31), y el agua viva que fluyó de la roca hendida (17:6). Finalmente, disfrutaron todas las ofrendas (Lv. 6:8—7:34), el sacerdocio (Ex. 40:13-15), el tabernáculo (Ex. 25:9), todas las riquezas de la buena tierra (Dt.8:7-10) y, por último, disfrutaron de manera más completa a Cristo como el templo (1 R. 7:51). El cordero pascual, el pan sin levadura, las hierbas amargas, el maná celestial, el agua viva, las diferentes clases de ofrendas, y el rico producto de la buena tierra constituyen diferentes aspectos del árbol de la vida. Recordemos que todo el Antiguo Testamento nos habla de una sola cosa: Dios primero se presentó a Sí mismo como el árbol de la vida para que participáramos de El como alimento y le disfrutáramos como nuestra vida y nuestro todo. Después de que el hombre cayó, Dios le proveyó al hombre del cordero para que pudiese ser redimido, y finalmente Dios mismo llegó a ser el templo para el hombre.
CRISTO ES DIOS AMEN...
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