viernes, 9 de septiembre de 2011

LA VIDA QUE DIOS ORDENO PARA EL CRISTIANO

NUESTRA EXPERIENCIA
Lectura bíblica: Ro. 7:21; 3:23
LA VIDA QUE DIOS ORDENO PARA EL CRISTIANO
La Biblia nos muestra que Dios designó para cada cristiano una vida de pleno gozo. Esta vida tiene completa paz y no tiene barreras en su comunión con Dios, y en ninguna forma se opone a la voluntad de Dios. La vida que Dios preparó para el cristiano no tiene sed de las cosas del mundo; se aparta del pecado y tiene victoria sobre él. Es una vida santa, victoriosa y llena de poder; conoce la voluntad de Dios y tiene una comunión continua con El. Esta es la vida que Dios designó para el cristiano en las Escrituras.
Dios dispuso una vida que está escondida con Cristo en Dios. ¿Qué puede afectar esta vida? ¿Qué la puede sacudir? Así como Cristo es inconmovible, nosotros somos inconmovibles. Así como El está por encima de todas las cosas, también nosotros lo estamos. Nuestra posición delante de Dios es la misma que Cristo tiene delante de El. Nunca debemos pensar que estamos destinados a la debilidad o al fracaso. No hay cabida para tal idea según la Biblia. Colosenses 3:4 dice: “Cristo, nuestra vida”. Cristo está muy por encima de todo. Nada puede tocarlo. ¡Aleluya! Esta es la vida de Cristo.
La vida que Dios dispuso para el cristiano es una vida llena de paz y gozo; es una vida activa llena de vitalidad y de la voluntad de Dios. Pero, ¿qué clase de vida llevamos? Si no estamos viviendo la vida que Dios dispuso, necesitamos vencer y abrirnos paso en este asunto. Por consiguiente, necesitamos examinar nuestra experiencia hoy. Este no es un tema fácil de tratar. Algunas de nuestras experiencias pueden ser bastante lamentables. Pero cuando nos humillemos, veremos lo que nos hace falta y sólo entonces Dios nos concederá Su gracia.
OCHO TIPOS DE FRACASO EN EL CRISTIANO
¿Qué clase de vida llevamos? Una vida atada a la ley del pecado. “Porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Ro. 7:18). Nuestra vida es una vida de fracasos, pues está atada al pecado. Dios nos dio una vida muy elevada, pero nosotros llevamos una vida de fracasos. Según nuestra experiencia y según las Escrituras, un cristiano experimenta ocho tipos de fracasos, que son en realidad, ocho tipos de pecados.
Pecados espirituales
El orgullo, la envidia y la incredulidad son pecados espirituales. Señalar los errores de los demás es un pecado espiritual; dudar de Dios y no consagrarnos a El también son pecados espirituales. Algunas personas tienen victoria sobre asuntos espirituales, pero son más los que experimentan derrota en esta área.
Anteriormente me dominaba mi orgullo. Cualquier clase de orgullo es un pecado espiritual. Todo orgullo que le impida a uno avanzar es un pecado espiritual. Una persona orgullosa no puede soportar que otros sean mejores que ella. No puede resistir ver que otros tengan más éxito en asuntos mundanos, ni que otros estén más avanzados en asuntos espirituales. Si esto sucede, hará todo lo posible para encontrar los errores del otro y avergonzarlo. La envidia es un pecado tanto en nuestra vida espiritual como en la obra del Señor.
Algunos tienen un corazón malo e incrédulo. Si se les pregunta si creen o no, dirán que no hay palabra ni frase de la Biblia que ellos no crean. Pero si se les pregunta si confían en las promesas de Dios, reconocerán que no pueden. Tan pronto sufren una pequeña prueba, se asustan desmedidamente. Les es imposible confiar en la palabra de Dios. En una ocasión la esposa de Martín Lutero se vistió de luto y le dijo que la angustia en la que él se encontraba era como si su Dios hubiese muerto.
Muchas personas no tienen una vida ni una comunión apropiadas delante de Dios. Viven de una manera descuidada día tras día. Pasan sus días sin orar ni leer la Biblia, sin ver el rostro de Dios y sin tener comunión con El. Hasta les horroriza pensar que deben tener comunión con el Señor. Esta es una vida sin Dios. Debemos ver que hemos pecado, hemos fallado y no hemos llevado una vida espiritual. Muchos nunca hemos sido diligentes en aprender las debidas lecciones de negar el yo. Muchos de nosotros nunca hemos aprendido las lecciones de poner nuestro ego a un lado.
En cierta ocasión había dos hermanos que no tenían buenas relaciones entre ellos debido a una insignificancia. Antes comían juntos y se servían del mismo plato. Uno de ellos siempre escogía para sí la mejor carne del plato. Cuando el otro lo notó, no dijo nada por varios días, pero a las dos semanas no pudo aguantar más y se apartó de su hermano. La clase de persona que usted es se manifiesta en las cosas pequeñas que hace. Me agrada mucho leer la biografía del señor Hudson Taylor. Cuando él viajaba predicando, casi siempre escogía el peor cuarto y la peor cama. Aunque esto es algo pequeño, la manera en que uno maneja estos asuntos manifiesta si uno vive o no en la presencia de Dios.