miércoles, 30 de julio de 2008

LA VISION DEL RECOBRO II


Quien se encarna es el Dios completo
Estrictamente hablando, la Biblia dice: “En el principio era el Verbo ... y el Verbo era Dios” (Jn. 1:1). Aquí debemos ver que este Dios, quien era el Verbo, no es una parte de Dios ni solamente Dios el Hijo, sino Dios el Hijo y Dios el Padre y Dios el Espíritu, es decir, el Dios completo. El Nuevo Testamento no dice que el Verbo era Dios el Hijo; de hecho, no dice que el Verbo era Dios el Hijo, ni tampoco Dios el Padre ni Dios el Espíritu; más bien, el Nuevo Testamento dice que en el principio era el Verbo y que el Verbo era el Dios completo, esto es, el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu.
Luego, leemos que el Verbo se hizo carne (v. 14). Por tanto, Cristo es el Dios completo —el Padre, el Hijo y el Espíritu— que se ha encarnado. Estrictamente hablando, el Nuevo Testamento no dice que el Verbo se hizo hombre, sino que el Verbo se hizo carne. Conforme al uso que el Nuevo Testamento da a la palabra carne, ésta se refiere al hombre caído (Ro. 3:20). No obstante, es con cierta renuencia que les digo que Cristo se hizo “un hombre caído”, debido a que ello podría ser malinterpretado por ustedes y tal vez piensen equivocadamente que yo dije que Cristo llegó a ser un hombre en quien había pecado. Debemos afirmar categóricamente que Cristo no se contaminó con el pecado al hacerse hombre, pero sí se hizo hombre después que la humanidad ya había caído. Por consiguiente, Él se hizo carne, pero solamente en semejanza de la carne de pecado (8:3).

CRISTO ES DIOS AMEN...

LA VISION DEL RECOBRO I


LA VISIÓN CONCERNIENTE A DIOS, CONCERNIENTE AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU Y CONCERNIENTE A LA ECONOMÍA DE DIOS
En el recobro del Señor hemos recibido una visión particular, la cual está completamente basada en la revelación divina que el ministerio neotestamentario de Dios nos comunica. Ciertamente no es nada fácil presentar ante ustedes todo cuanto compone esta visión. En estos capítulos nos limitaremos a presentar, de manera breve y concisa, una síntesis de los aspectos más cruciales de esta visión que hemos recibido del Señor.
CONCERNIENTE A DIOS
En primer lugar, debemos considerar qué nos muestra esta visión con respecto a Dios. Dios es triuno. Es uno, y a la vez tres; es tres, pero sigue siendo uno. Él es tres-uno, y este Dios Triuno es el Padre, el Hijo y el Espíritu (Mt. 28:19). Los tres coexisten y moran el uno en el otro. Son tres, y sin embargo, son uno. Aunque son distintos entre sí, a la vez son uno. Nuestra mente humana es incapaz de comprender este misterio: en la Deidad, los tres de la Trinidad son distintos entre Sí y a la vez son uno.
CONCERNIENTE AL PADRE
Luego, debemos considerar qué nos muestra esta visión con respecto al Padre. El Padre es la fuente, el origen. Si bien no es necesario explicar mucho esto, sí es necesario que nosotros, en nuestra experiencia, conozcamos al Padre como el origen, la fuente de todo. Además, debemos ver que el propio Padre es triuno, y no solamente es triuno en una manera, sino en tres distintas maneras. Así pues, tanto en lo que concierne a Su propia persona como en relación con el tiempo y el espacio, el Padre es triuno.
Al referirse al primero de la Trinidad, Apocalipsis 1:4 habla de Aquel que es y que era y que ha de venir; esta última expresión —que ha de venir— también podría traducirse como Aquel que vendrá o Aquel que ha de ser. El primero de la Trinidad debe referirse al Padre, y aquí el Padre recibe este título divino. Sin lugar a dudas, tal título se basa en la revelación del Antiguo Testamento concerniente a Jehová. Este asunto está plenamente revelado en Éxodo 3 (vs. 6, 14-16). Allí Jehová, el gran Yo Soy, el Eterno, es también el Dios triuno, es decir, el Dios del padre Abraham, el Dios del hijo Isaac y el Dios del nieto Jacob. Sobre la base de Apocalipsis 1:4 y Éxodo 3 podemos ver que Dios el Padre, en lo que concierne a Su Persona, es triuno.
En segundo lugar podemos ver que el Padre es triuno en relación con el tiempo, pues en Apocalipsis 1:4 dice que Él es Aquel que es, en el presente, Aquel que era, en relación con el pasado, y Aquel que ha de venir, en relación con el futuro. Por consiguiente, podemos ver que Dios el Padre es triuno con relación al tiempo.
Finalmente, también en relación con el espacio el Padre es triuno. Probablemente ustedes no hayan reflexionado antes sobre este aspecto del Padre, pero en Efesios 4:6 dice que Dios el Padre es sobre todos, por todos y en todos. Aquí vemos tres direcciones, pues con relación al espacio, Él está sobre todos, por todos y en todos. Por tanto, podemos afirmar que Dios el Padre es triuno en relación con Su Persona, en relación con el tiempo y en relación con el espacio. Este asunto está claramente revelado en la Palabra santa y lo hemos visto. Para nosotros, estos asuntos constituyen una visión, no una doctrina.
CONCERNIENTE AL HIJO
Ya vimos algo de lo que nuestra visión nos muestra con respecto a Dios y al Padre; ahora abordaremos lo que dicha visión nos muestra en lo concerniente al Hijo, Jesucristo. Cristo es el Dios Triuno encarnado. Solíamos decir que el Hijo de Dios se encarnó para ser un hombre, pero la Biblia no usa tal expresión.

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martes, 29 de julio de 2008

DIOS NOS ELIGIÓ


DIOS ELIGIO
Para cumplir Su propósito eterno, Dios necesitaba crear al hombre. Pero antes de crearlo, debía elegir de entre billones de hombres a algunos para que fueran Sus hijos. Así que, antes de iniciar Su creación, Dios escogió a algunos. ¿Cómo podemos aseverar esto? La Biblia nos lo dice en Efesios 1:4: “Según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de El en amor”.
Esto quizás lo lleve a preguntarse: “¿Por qué me escogió a mí y no a otro?” El lo escogió a usted porque El así lo quiso, porque fue Su beneplácito hacerlo y no porque usted fuera bueno o estuviera muy capacitado. Este versículo también nos dice que nos escogió “en El”, en Cristo, no porque fuéramos algo en nosotros mismos.
Según lo que la Biblia llama la presciencia de Dios, Dios supo cuándo, dónde y de quién naceríamos. Romanos 9:11 presenta como ejemplo la historia de Jacob. Antes de que Jacob naciera, aún antes de que tuviera la oportunidad de hacer bien o mal, Dios lo escogió en lugar de su hermano Esaú. Lo mismo sucedió con nosotros. ¿No es esto maravilloso? La elección de Dios es la primera bendición que El nos otorgó y todos debemos estarle profundamente agradecidos.

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SER DIRIGENTE


SER DIRIGENTE DEPENDE DE LA CAPACIDAD ESPIRITUAL
En la economía neotestamentaria de Dios ser dirigente entre Sus hijos no es algo oficial, permanente ni organizado. Ser dirigente, más bien, depende de la capacidad espiritual. El que posee capacidad mayor es el que dirige. En un momento dado, es posible que cierto hermano tenga dicha capacidad, y en otro momento, tal vez la tenga otro. En el día de Pentecostés Pedro era el más capacitado, pero en Hechos 15 era Jacobo.
La relación entre Bernabé y Pablo muestra más a fondo este principio. Hechos 13:2 dice: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”. Aquí vemos que se mencionó a Bernabé antes que a Pablo (Saulo). Sin embargo, cuando estaban en su viaje, Pablo espontáneamente tomó el mando (Hch. 13:9), porque tenía mayor capacidad espiritual. Bernabé trajo a Pablo a Antioquía, y mientras estaban allí, éste asumió el mando. Aun así Bernabé no discutió con Pablo acerca de ello en aquel viaje. Bernabé no dijo: “Pablo, conserva tu lugar. No te olvides que yo fui llamado primero. ¿Por qué estas tomando el mando?” Ya que Bernabé se dio cuenta de que la capacidad de Pablo era mayor, no discutió con él en cuanto al mando.
Todos estos casos comprueban que ser dirigente entre los hijos de Dios hoy en día no es algo oficial, permanente ni organizado. Sino que depende siempre de la capacidad espiritual. Dios lo dispuso de esta manera a fin de que se deje a un lado el concepto humano en cuanto al liderazgo. En el Antiguo Testamento los reyes heredaban el trono. Nunca hubo tres o cuatro reyes gobernando al mismo tiempo. Pero en el Nuevo Testamento el Señor no designó a un solo apóstol sino a doce. Más tarde añadió otros, como Pablo, Bernabé y Timoteo. Creo que hubo muchos apóstoles. Si no fuera así, ¿cómo pudo haber apóstoles falsos en 2 Corintios 11:13? Además, en cada iglesia local siempre hay varios ancianos. Esto indica que en la iglesia no existe en realidad un dirigente permanente.

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CRISTO UNICO DIRIGENTE


CRISTO, EL UNICO DIRIGENTE
Según la economía de Dios, sólo hay uno que dirige a Su pueblo, el Señor Jesucristo: “Ni seáis llamados dirigentes; porque uno es vuestro Dirigente, el Cristo” (lit., Mt. 23:10). Cualquier persona que me considere un dirigente no está practicando la verdad. Si alguien le pregunta quién dirige en la iglesia, debe decir que el que dirige es Cristo. Una respuesta así indica que conocemos la verdad y que la practicamos. Si alguien declara que Witness Lee es el que dirige, usted tiene que decirle: “Witness Lee es nuestro esclavo”.
La Iglesia Católica declara que Pedro fue designado por Cristo para ser el único dirigente. Pero el Nuevo Testamento revela lo contrario. Ciertamente, en los evangelios y en la primera parte de Hechos se menciona primero a Pedro y su nombre encabeza la lista. Pero en Gálatas 2:9 dice: “ Jacobo, Cefas y Juan ... eran considerados como columnas”. Aquí no se menciona primero Pedro (Cefas) sino segundo. Cuando Pedro se puso en pie con los once en el día de Pentecostés, él era fuerte como un león. Pero en Gálatas 2, Pedro era un cobarde, ya que se negó a comer con los gentiles cuando los hermanos vinieron de parte de Jacobo (v. 12). Antes él practicaba la verdad referente a comer con los creyentes gentiles según la visión que él había recibido en Hechos 10. Pero cuando los hermanos vinieron de parte de Jacobo, ya no practicaba esta verdad. Cuando Pablo vio que Pedro y los demás no andaban rectamente en cuanto a la verdad del evangelio, reprendió a Pedro delante de todos (Gá. 2:14). Pedro, con su debilidad, dañaba la verdad del evangelio, la verdad de que los creyentes gentiles y los creyentes judíos eran iguales. Esto indica que en Gálatas 2 la capacidad espiritual de Pedro había disminuido. Pedro no se había apartado de la fe, pero su capacidad espiritual era mucho inferior a la de Jacobo. Por esta razón, en Gálatas 2:9 se menciona a Jacobo antes que a Pedro. Además, el hecho de que los hermanos habían venido “de parte de Jacobo” indica que Jacobo representaba la iglesia en Jerusalén.
Otro indicio de que Jacobo, y no Pedro, representaba la iglesia en Jerusalén se ve en Hechos 21:17 y 18: “Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo. Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos”. Se nos dice aquí que Pablo y sus colaboradores no fueron a Pedro sino a Jacobo, ya que todos los ancianos, incluyendo a Pedro, estaban en la casa de Jacobo. Jacobo era el que representaba la iglesia de aquella ciudad.
Otra evidencia al respecto se ve en la conferencia celebrada en Hechos 15. En esta conferencia de los apóstoles y los ancianos, Pedro habló primero y Pablo luego. En una conferencia el que dirige no habla primero sino al final. Las últimas palabras de esta conferencia fueron dadas por Jacobo, tal como lo indica lo siguiente: “Y cuando ellos terminaron de hablar, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme” (Hch. 15:13). Luego en el versículo 19, Jacobo dio su decisión: “Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios”. Cuando juntamos todos estos versículos, vemos que Pedro no era el único dirigente en el Nuevo Testamento. Cuando los católicos declaran que Pedro fue tal dirigente, debemos saber cómo trazar bien la Palabra referente a esto, de manera que podamos presentarles una cuadro claro.

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EL LIDERAZGO


EL LIDERAZGO EN LA ECONOMIA NEOTESTAMENTARIA
EL CONCEPTO QUE EL SEÑOR TIENE EN CUANTO AL LIDERAZGO

El significado de liderazgo en la Biblia es totalmente diferente de nuestro concepto natural. Lo que el Señor dijo al respecto en Mateo 20:20-28 y 23:8, 10 y 11 cambia completamente lo que los seres humanos piensan en cuanto al liderazgo. Según el concepto natural y humano, uno que dirige está en una posición más elevada que otros. Sin embargo, en estos capítulos el Señor dice que quien desee hacerse grande entre Su pueblo debe ser un esclavo. Así que, el concepto que el Señor presenta en cuanto al liderazgo es opuesto al concepto natural. Ciertamente, es necesario que haya dirigentes entre los hijos del Señor hoy en día. Sin embargo, ellos deben darse cuenta de que, en la economía neotestamentaria de Dios, ser uno que dirige significa ser un esclavo. Si usted quiere dirigir entre los hijos del Señor, tiene que ser un esclavo.
Si somos genuinos y francos, admitiremos que nos encanta dirigir, pero no ser esclavos. Así es el corazón humano. Incluso a las hermanas jóvenes les gusta dirigir. Si no pueden ser la número uno, o por lo menos la número dos, se desaniman. No traiga su concepto natural en cuanto al liderazgo cuando lea la Biblia. En la Biblia, repito, ser uno que dirige significa ser esclavo. Si usted es verdaderamente un esclavo en el pueblo del Señor, debe estar dispuesto a limpiar los lavabos, a aspirar la alfombra, a colocar las sillas y a servir de acomodador. ¡Cuán diferente es esto de la perspectiva mundana en cuanto al liderazgo! En el recobro del Señor, no debemos llamar al encargado del lavabo cuando vemos la necesidad de limpiar. Pues todos nosotros debemos servir en la limpieza. Dejemos a un lado nuestro concepto natural en cuanto al liderazgo y regresemos a la Palabra pura.

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jueves, 24 de julio de 2008

EL DISFRUTE DE CRISTO


EL DISFRUTE DE CRISTO PRESENTADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Después de que el hombre cayó, lo primero que hizo Dios por el hombre fue proveerle un sacrificio. Adán disfrutó y participó de ese sacrificio (Gn. 3:21). Abel, después de Adán, participó del mismo sacrificio (4:4). Noé construyó un altar y ofreció en él sacrificios (8:20). Más tarde, Abraham siguió los mismos pasos: construyó un altar y ofreció un sacrificio (12:7-8). Isaac (26:24-25) y Jacob (35:1, 7) también siguieron los pasos de sus antepasados construyendo un altar y ofreciendo sacrificios. El cordero Pascual fue el primer aspecto principal de Cristo disfrutado por los hijos de Israel (Ex. 12:3-7). De Adán a los hijos de Israel, los que fueron escogidos o elegidos por Dios, disfrutaron el mismo sacrifico.
A partir de Exodo 12 los hijos de Israel empezaron a disfrutar el cordero, el cual tipifica a Cristo. Cristo mismo es el Cordero de Dios, sacrificio único en su género, que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29). El cordero mencionado en Exodo 12 tiene dos aspectos: la sangre que redime externamente y la carne que alimenta interiormente. La sangre constituye el aspecto redentor del cordero, y la carne, el aspecto alimentador del cordero. Mediante Cristo, el Cordero de Dios, fuimos llevados de nuevo a disfrutarle como el árbol de la vida. Con el sacrificio del cordero pascual, los hijos de Israel disfrutaron el pan sin levadura y las hierbas amargas (12:8). Luego experimentaron la columna de nube durante el día y la columna de fuego durante la noche (13:21-22), el maná celestial (16:31), y el agua viva que fluyó de la roca hendida (17:6). Finalmente, disfrutaron todas las ofrendas (Lv. 6:8—7:34), el sacerdocio (Ex. 40:13-15), el tabernáculo (Ex. 25:9), todas las riquezas de la buena tierra (Dt.8:7-10) y, por último, disfrutaron de manera más completa a Cristo como el templo (1 R. 7:51). El cordero pascual, el pan sin levadura, las hierbas amargas, el maná celestial, el agua viva, las diferentes clases de ofrendas, y el rico producto de la buena tierra constituyen diferentes aspectos del árbol de la vida. Recordemos que todo el Antiguo Testamento nos habla de una sola cosa: Dios primero se presentó a Sí mismo como el árbol de la vida para que participáramos de El como alimento y le disfrutáramos como nuestra vida y nuestro todo. Después de que el hombre cayó, Dios le proveyó al hombre del cordero para que pudiese ser redimido, y finalmente Dios mismo llegó a ser el templo para el hombre.

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CAMBIAR NUESTRO CONCEPTO


CAMBIAR NUESTRO CONCEPTO DE HACER A COMER
Espero que el Señor cambie el concepto de usted de hacer a comer. Sería maravilloso si usted llegara a ser no sólo un cristiano que obrara sino uno que comiera. En el cristianismo de hoy el énfasis siempre se pone en hacer y obrar. El cristianismo se ha degradado hasta ser una religión, una religión de obras y labores. Pero la primera intención de Dios no es que el hombre labore, sino que le disfrute como banquete y le coma, que el hombre disfrute a Dios mismo. Juan 4:24 nos dice que tenemos que adorar a Dios, pero debemos preguntar lo que significa la palabra “adorar”. Según todo el contexto de Juan 4, el Señor quiere decir que el beber de El como el agua viviente en el versículo 14 equivale a adorarle en el versículo 24. Cuando bebemos de El como el agua viviente, esto quiere decir que le adoramos. Cuanto más bebamos de El, más seremos llenos de El y más le adoraremos. La mejor manera de adorar al Señor es beber de El, alimentarnos de El, disfrutarle y recibirle.
Puede ser fácil decir que no debemos ser cristianos que obren, sino cristianos que coman. Es posible que usted lo diga, pero puede ser que las oraciones que usted haga al Señor no hayan cambiado. Tal vez siga orando: “Señor, ayúdame hoy a hacer lo correcto. Señor, Tú conoces mi debilidad. Sabes cuán fácilmente pierdo la paciencia”. Esta oración demuestra que usted todavía tiene el concepto del hacer. Si estuviera dispuesto a ser liberado del hacer, eso sería un “verdadero milagro”. Necesita la visión. Una vez que el Señor lo ilumine, usted dirá: “Señor, no quiero tener nada que ver con el hacer, así que no voy a pedir que me ayudes a hacer nada. Pero ayúdame a alimentarme de Ti, a comerte”. He estado aprendiendo esta lección por más de cincuenta años. A veces lo hacía como antes. Cuando empezaba a pedir al Señor que me ayudara, inmediatamente tenía que detenerme y decir al Señor: “Oh Señor, me abro a Ti. Tú eres mi disfrute”.
Podemos comprender que debemos olvidarnos del hacer, pero no es fácil olvidarnos de ello. El hacer corre en nuestras venas. Es muy difícil deshacernos de ello. Debemos ver que justamente después de que el Señor creó al hombre, le puso ante El y se le presentó a Sí mismo como árbol de la vida en forma de alimento. Todos debemos aprender a alimentarnos del Señor, a comerle. En China para los que creen en las enseñanzas de Confucio es muy difícil olvidarse del hacer. Todos tenemos que entender primero que el Señor no tiene intención de que hagamos algo para El. Su intención es presentarse a nosotros como alimento día tras día. En el Evangelio de Juan, el Señor se ve primero como la vida (1:4), como el pan de vida (6:35), como el agua de vida (4:14), y como el aliento de vida, el aire (20:22). El es vida, alimento, bebida y aire, y no para que usted sea un cristiano que obra, sino uno que le disfruta. Usted debe disfrutar al Señor como vida, como alimento, como agua y como aire. Debe respirarle, beberle y alimentarse de El para poder vivir por El y en El.
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miércoles, 23 de julio de 2008

EL EVANGELIO EN EL NUEVO TESTAMENTO


El evangelio en el Nuevo Testamento

Por estar relacionado con el reino de Dios En el Nuevo Testamento, la era del evangelio, comienza con la primera frase que Dios habla al hombre, fué "Arrepentíos, porque el reino de los cielos sea acercado" (Mateo 3:2). Él habló esta palabra a través de Juan el bautista. Cuando Jesús vino a predicar, Su primera frase fue también "Arrepentíos, porque el reino de los cielos sea acercado" (4:17). ¿Por qué hay una necesidad de arrepentimiento? Es porque el reino de los cielos se había acercado. El arrepentimiento es reunir a la gente en el reino de los cielos, No sólo para perdonar los pecados a las personas, recibir la vida, ser salvados, y ser regenerado, sino que también seamos introducidos en un reino. Más tarde, el Señor Jesús fué a las ciudades y las aldeas, enseñando en las sinagogas y no se limitaba a predicar el evangelio del perdón de pecados y de la vida nueva, sino que también les halaba de el evangelio del reino (9:35). Cuando el Señor Jesús estaba a punto de apartarse de la tierra, Él le dijo a sus discípulos: "Este evangelio del reino será predicado en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones y, entonces “vendrá el fin” (24:14 ). Esta palabra significa mucho. Indica principalmente que el reino debe ser predicado en toda la tierra habitada hasta que en todas las naciones esté reino de Dios, y luego el vendrá fin. Los hechos revelan que, después de su resurrección el Señor Jesús habló a sus discípulos en particular en relación con el reino de Dios por un período de cuarenta días (1:3). Que después que se cumpliera la promesa del padre, que dijo recibireis poder de lo alto, en Pentecostés los discípulos anunciaran el evangelio en Jerusalén y en toda la tierra (2:1-41; 8:1-4). Los hechos también dicen que el evangelio que fué anunciado era el evangelio del reino de Dios (v. 12; 14:22). Incluso el mismo Pablo dice que su testimonio del evangelio de la gracia de Dios era entrar al reino, por lo que el reino de Dios es el contenido del evangelio de Dios (20:24-25). El último versículo en el libro de los Hechos dice que el Apóstol Pablo fue a "proclamar el reino de Dios y la enseñanza en relación con las cosas del Señor Jesucristo con toda valentía (con toda confianza y sin impedimento)" (28:31). Cuando llegamos a las epístolas, el apóstol Pablo dice en el libro de Romanos, "El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia paz y gozo en el Espíritu Santo" (14:17). En 1 Corintios, Gálatas, Efesios señaló que los injustos,las obras de la carne y el que es inmoral no heredaran el reino de Dios (1 Cor. 6:9-10; Gal. 5:19-21; Ef . 5:5). En Colosenses 1:13, escribió que Dios es la salvación para nosotros al librarnos de la autoridad de las tinieblas y nos trasladó a nosotros al reino de su Hijo amado. Desde la perspectiva de Dios estabamos anteriormente en el reino de Satanás, que es la autoridad de las tinieblas, pero Dios nos ha trasladado fuera del reino de la autoridad de las tinieblas y nos transfirió al reino del Hijo de su amor. El apóstol Pablo no es el único que menciona en sus Epístolas que el evangelio es el reino de Dios; Jacobo también se refiere a esta cuestión en su Epístola. Él dice, "¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que Él ha prometido a aquellos que le aman?" (2:5). Pedro se refiere al reino de Dios en sus Epístolas también. Él dice, "Porque de esta manera os será suministrada rica y abundante entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 P. 1:11). Incluso el apóstol Juan, que ministró principalmente en la vida, menciona el reino de Dios. Él indica que la regeneración es para ver el reino de Dios, y escribió que a menos que uno nazca de nuevo, no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3:3, 5). En el libro de Apocalipsis, comenzó diciendo, "Yo Juan, vuestro hermano y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús" (1:9). A medio camino a través del libro dijo: "El reinado sobre el mundo ha pasado a nuestro Señor y y a Su Cristo" (11:15). Al final dijo que todos los que resucitaron reinarán con Cristo mil años (20:4, 6). Por último, dijo que todos los que han sido salvos reinarán por los siglos de los siglos (22:5 b).

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EL CENTRO DEL EVANGELIO DE DIOS


El evangelio de Dios tomando el reino Como su objetivo central

Lamentablemente, el evangelio predicado por el cristianismo hoy en día rara vez se menciona el reino de Dios. Cuando se menciona el reino de Dios, se menciona sólo el nombre sin explicar lo que el reino de Dios es en realidad. Por esta razón muchas personas conocen el reino de Dios en el nombre pero no en su realidad-no saben lo que el reino de Dios es verdaderamente. Hoy en día cuando muchas personas predican el Evangelio, predican la "mansión celestial" como la parte central y más importante del asunto. Esto es verdaderamente ridículo. Una lectura cuidadosa del Nuevo Testamento desde el primer libro hasta el último no se puede apreciar ni siquiera un solo verso que diga que la meta del evangelio es que la gente valla ir al cielo. Por el contrario, casi todos los libros en el Nuevo Testamento hablan del reino de Dios y dice claramente que el objetivo central del evangelio es el reino de Dios. La intención de Dios con el Evangelio no es para salvar a las personas y llevarlas al cielo, sino para guardar en el reino, es decir, en el reino de los cielos. El evangelio no es una cuestión de una mansión celestial, sino un asunto del reino. Por otra parte, la Biblia no habla de una mansión celestial, sino de la Nueva Jerusalén. Apocalipsis 21:2 dice: "Yo vi la ciudad santa,la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo." Debo decir enfáticamente que lo que la Biblia muestra en relación con el evangelio y la salvación esto absolutamente no tiene por objeto una mansión celestial, pero en el reino, El objetivo del evangelio de Dios no es para salvar a las personas y llevarlas a una mansión. Hay una gran diferencia entre un reino y una mansión. Una mansión es simplemente un lugar, sin embargo, un reino implica no sólo un lugar, sino también muchos otros asuntos. Espero que esta apertura de la palabra le dará una profunda impresión de que el objetivo del evangelio de Dios es salvar a nosotros en su reino. Tal vez usted nunca había escuchado esta palabra o tenía esta impresión. A pesar de que usted haya oído el evangelio, se salvó, se convertío en un creyente, e incluso se reunió con los creyentes un cierto número de años, puede que nunca haya tenido la impresión de que el objetivo del evangelio de Dios es para ahorrar en un reino. Usted puede saber que a través del evangelio de Dios ha obtenido el perdón de los pecados, la paz a través del perdón de los pecados y la reconciliación con Dios. También puede saber que a través del evangelio de Dios ha recibido de Dios la vida para convertirse en hijo de Dios y un miembro del hogar de Dios. Tal vez ustedes saben que a través del evangelio de Dios ha recibido el Espíritu Santo de Dios y todo tipo de dones espirituales y bendiciones. Creo que todos los hermanos y hermanas conocer estos contenidos del evangelio, Sin embargo, además de todas estas cosas buenas, la cuestión central revelado en la Biblia en relación con el evangelio de Dios es que sú objetivo es salvarnos para el reino de Dios.

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viernes, 18 de julio de 2008

CREER QUE JESUS ES DIOS


CREER QUE JESUS ES DIOS
Un cristiano no es una persona que cree en una religión muerta. Es una persona que cree en un Salvador viviente. Jesucristo murió hace dos mil años, pero hoy El vive para siempre (Ap. 1:18). Cuando una persona invoca Su nombre y cree en El (Ro. 10:9), Cristo como el Espíritu viviente entra en él y cambia su vida. Mahoma murió, y su tumba todavía está en la Meca. Alejandro Magno murió y todavía yace en su tumba. Todos los grandes líderes mundiales murieron y están en sus tumbas o mausoleos. Pero Jesucristo vive; Su sepulcro está vacío, y El vive dentro de millones de Sus creyentes. Si usted invoca a Alejandro Magno, no recibirá respuesta porque él está muerto. Pero si invoca a Jesús, El entrará en usted y cambiará su vida. El convertirá su vacío en realidad, su oscuridad en luz, su debilidad en fuerza, su temor en valentía, y su pena en gozo. Todos los que invoquen el nombre del Señor Jesús ciertamente serán salvos (Ro. 10:13).
Un día Cristo aparecerá de nuevo en esta tierra y establecerá Su reino celestial en la tierra (Ap. 11:15). La Biblia dice que el cielo espera que venga ese día (Hch. 3:21). Pero hoy usted puede experimentarle creyendo en El. Si usted le abre su corazón, El entrará en usted y establecerá Su reino en usted. Usted será sacado del reino de las tinieblas y traído al reino de luz (Col. 1:13). Cristo será la vida nueva para usted por dentro (Col. 3:4), y usted será una persona nueva en Cristo (2 Co. 5:17).

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jueves, 17 de julio de 2008

LA ASCENSION DE CRISTO


LA ASCENSION DE CRISTO Y SU VIVIR PARA SIEMPRE COMPRUEBA QUE EL ES DIOS
Casi dos mil años han pasado desde que el Señor Jesucristo resucitó. Durante estos dos mil años la historia de la humanidad ha comprobado que nada puede destruir ni quitar este Cristo de Su lugar en el mundo. Los reyes y los imperios han venido y han pasado. El Imperio Romano que en cierta época era la gloria de la civilización antigua se ha desmenuzado, pero el pequeño Jesús de Nazaret a quien persiguió, ha triunfado y permanece. Cuarenta días después de la resurrección, Cristo ascendió a la diestra de Dios (Hch. 1:9; 2:33-36). Hoy El es el Rey de reyes y el Señor de señores (Ap. 19:16). El es Dios y rige todo el mundo. Grandes monarcas y dinastías imperiales han edificado monumentos y edificios en conmemoración a sí mismos, pero se caen en pedazos mediante los ojos de su posteridad. Pero el nombre de Cristo ha permanecido, y Su cruz brilló por las edades con una gloria que siempre aumenta. Los reyes y los conquistadores han instituido calendarios para conmemorar a sus reinados, pero el único calendario que ha permanecido es el calendario de Cristo. Actualmente, en el oriente y en el occidente, desde la nación más industrializada hasta la más atrasada, todos usan el calendario universal, el calendario de Cristo. Sin darse cuenta, el mundo entero reconoce que Cristo es el único Monarca y el Soberano supremo.
Hoy día, todos los eventos mundiales están en manos de Cristo. El es el verdadero Administrador del universo (Ap. 1:5). No ha permitido que el mal perdure, y no ha abandonado al hombre a su propio destino. Detrás de la gran rueda de la historia humana está la mano omnipotente de Cristo.
Cuando los judíos mataron a Jesús, pensaron que los discípulos que le rodeaban se dispersarían en corto tiempo. No esperaban que en menos de dos meses la situación cambiaría por completo y que miles se convertirían a Cristo. El Imperio Romano menospreciaba las pequeñas comunidades de cristianos y pensaba que en poco tiempo su poder imperial aplastaría un movimiento tan débil. No se daban cuenta de que en menos de cuatro siglos los seguidores de Jesús el nazareno se propagarían como fuego por todo el dominio, aun hasta el punto de devorar el imperio mismo. Hace setenta y cinco años los comunistas proclamaron que el cristianismo moriría en esa misma generación. No esperaban que los cristianos por todo el mundo se multiplicarían en miles y millones, incluso dentro de sus propios países ateos. Actualmente en Rusia, en China y en Estados Unidos, millones de cristianos dan testimonio de la fe que han encontrado en Jesucristo. Cada día miles de personas se vuelven a Cristo y se le entregan sus vidas. La fe cristiana no está muerta. Por el contrario, es más viva que en cualquier otra época en la historia. Todo esto una vez más comprueba que Jesucristo es Dios y que vive para siempre.

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miércoles, 16 de julio de 2008

LA RESURRECCION DE CRISTO


LA RESURRECCION DE CRISTO COMPRUEBA QUE ÉL ES DIOS
El aspecto más maravilloso en cuanto a Cristo no es sólo la manera en que murió, sino que El no se quedó en la muerte. Estuvo en el sepulcro menos de setenta y dos horas. El tercer día Cristo se levantó del sepulcro (Mt. 28:1-6). Este es un hecho histórico que ningún historiador puede cambiar. El resucitó con un cuerpo y se apareció a Sus discípulos muchas veces durante cuarenta días (1 Co. 15:4-7; Hch. 1:3). Muchos críticos modernos han considerado que la resurrección es un mito o una historia que los primeros discípulos inventaron. Pero el hecho de que tantos testigos hayan visto a Cristo después de Su resurrección, y el hecho de que tal encuentro con el Cristo resucitado causó cambios profundos en sus vidas, comprueban de manera convincente que la resurrección no es algo inventado. Antes de la resurrección de Cristo los discípulos estaban temerosos y desanimados; inclusive Pedro negó al Señor tres veces (Lc. 22:54-62). Después de Su resurrección el mismo grupo de personas llegó a ser valiente y agresivo. Pedro fue el primero en levantarse el día de Pentecostés para predecir ante más de tres mil personas (Hch. 2:14). Ninguna invención puede producir un cambio que transforma la vida misma; tampoco podían los discípulos estar en alguna clase de alucinación religiosa, porque todos hablaban de manera sobria y se portaban de manera responsable. La iglesia original no era una comunidad de locos que estaban engañados, sino que era cuerpo de creyentes normales, rectos y sobrios. La resurrección de Jesucristo es el hecho histórico más grande en la historia de la humanidad. Cambió el transcurso de la historia humana y abrió el camino para que el hombre tuviera una nueva vida en Cristo.

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martes, 15 de julio de 2008

LA MUERTE DE CRISTO


LA MUERTE DE CRISTOCOMPRUEBA QUE EL ES DIOS
Después de treinta y tres años de estar en la tierra, Cristo murió. Su muerte fue extraordinaria. Fue diferente de la de cualquier otro hombre en la tierra. Todos los líderes religiosos mueren como hombres y son sepultados como hombres. Pero Cristo murió de manera diferente de todos los demás. Su muerte fue distinta de la muerte humana ordinaria en seis aspectos:
En primer lugar, El les habló a Sus discípulos de Su muerte antes de que ocurriera. El mostró a Sus discípulos que “le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto y resucitar al tercer día” (Mt. 16:21). El no sólo predijo Su muerte sino también que resucitaría tres días después. Esto demuestra que Su muerte no fue una muerte accidental a manos de hombres, sino que fue una muerte ordenada de antemano por Dios.
En segundo lugar, Su muerte fue el cumplimiento exacto de las profecías en cuanto al Mesías, predichas por los profetas centenares de años antes. En el Antiguo Testamento, Salmos 22:15-18, se describe la escena de la muerte de Cristo: “Como una teja se secó Mi vigor, y Mi lengua se pegó a Mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron Mis manos y Mis pies. Contar puedo todos Mis huesos; ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí Mis vestidos, y sobre Mi ropa echaron suertes”. Esta es una descripción vívida de la manera en que habría de morir el Mesías. Si leemos la narración de los Evangelios, veremos que exactamente así murió Cristo. Cuando El estaba en la cruz, Sus manos y Sus pies habían sido traspasados. La deshidratación causada por el derramamiento de sangre y agua con toda seguridad hizo que Su lengua se pegara a Su paladar y que Sus huesos se pronunciaran. Mateo 27:35 dice que cuando los soldados habían crucificado a Cristo, “repartieron entre sí Sus vestidos, echando suertes”, lo cual fue el cumplimiento exacto de las palabras de la profecía del Antiguo Testamento.
En tercer lugar, ya se había presentado centenares de años antes la hora y la manera que Cristo habría de morir, en los tipos del Antiguo Testamento. En Exodo 12 el relato de la fiesta de la Pascua nos dice que un cordero había de ser preparado para la fiesta (vs. 3, 5-6). Este cordero debía ser sin defecto y debía ser examinado cuatro días antes de la Pascua. Se le debía matar el día catorce del primer mes en un palo que tenía forma de cruz. Este es el cuadro completo de la manera en que Cristo murió en la cruz. Antes de ser puesto en la cruz, fue examinado seis veces, por los judíos y los gentiles, y se le halló sin falta. También Su muerte ocurrió el día catorce del primer mes, el día de la Pascua (Mr. 14:12-17; Jn. 18:28).
En cuarto lugar, cuando Cristo murió, dijo: “Consumado es” (Jn. 19:30). Cuando un ser humano típico muere, se acaba su carrera. No importa cuán grande sea la persona, una vez que sale del mundo, su trabajo se termina. Pero la muerte de Cristo no era Su final; al contrario, fue el punto culminante de Su obra. La muerte marcó no sólo la terminación de Su carrera sino también la culminación de Sus logros. Tal muerte ciertamente no fue una muerte ordinaria, sino una muerte que tiene mucho significado y que implica grandes logros.
En quinto lugar, la muerte de Cristo inició eventos sobrenaturales, lo cual demuestra la naturaleza sobrenatural de Su muerte. La muerte de los seres mortales es la muerte de pecadores por sus propios pecados; pero la muerte de Cristo es la muerte de Dios en un ser humano por los pecadores. Como tal, fue una muerte extraordinaria. Cuando Cristo murió, cayeron tinieblas sobre la tierra en pleno mediodía. La tierra se sacudió y las piedras se rompieron. Las tumbas se abrieron, y muchos muertos resucitaron (Mt. 27:45, 51-53). En toda la historia, ¿quién ha tenido una muerte semejante? El fenómeno fue tan asombroso que el centurión y los que estaban con él vigilando sobre el cuerpo de Jesús se espantaron en gran manera y dijeron: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios” (Mt. 27:54). La creación se sacudió de temor y temblor porque era el Creador quien había muerto en la cruz.
En sexto lugar, la Biblia dice que Cristo murió como Sustituto de todos los pecadores (1 P. 3:18) y se ofreció a Dios como sacrificio por los pecados de todo el mundo (Jn. 1:29; 1 Jn. 2:2). Mientras Cristo estaba clavado en la cruz, Dios puso los pecados del mundo sobre El y lo consideró el único pecador, que sufría una muerte sustitutiva por todos los hombres (2 Co. 5:14). Ningún ser humano ordinario, aun si no tuviera pecado, estaría calificado para ser el sustituto de todos los hombres y llevar los pecados del mundo entero. Sólo un hombre podía morir por los hombres y por los pecados de ellos, y sólo Dios es lo suficientemente grande para abrazar a todos los hombres y llevar todo el peso de los pecados del mundo. Por consiguiente, Aquel que murió por los pecadores y por sus pecados debe de haber sido un Dios-hombre, el mismo Dios mezclado con el hombre auténtico. Este es Jesucristo nuestro Salvador.
Por último, la eficacia eterna de la muerte redentora de Cristo es una comprobación de que Cristo es Dios. La eficacia de la muerte de Cristo es eterna, sin límite en cuanto a espacio o tiempo. La muerte eficaz de Cristo se aplica a cada creyente, sin importar el espacio o el tiempo. La muerte sustitutiva de Cristo efectuó una redención eterna por nosotros (He. 9:12, 14). Si Cristo hubiera muerto solamente como un hombre, la eficacia de Su muerte no habría sido eterna. Sólo Dios es eterno, y sólo lo que Dios cumple puede tener un efecto eterno. La sangre que Cristo derramó en la cruz por nosotros no era sólo la sangre de Jesús el hombre sino también la sangre del Hijo de Dios (1 Jn. 1:7), la “propia sangre” de Dios (Hch. 20:28). Por lo tanto, puede purificarnos de todo pecado. El límite de Su poder para limpiar es tan grande como el límite de nuestros pecados. El hecho de que Cristo murió siendo un hombre auténtico le califica para derramar Su sangre para redimirnos como hombres, y el hecho de que Cristo también sea Dios da la certeza de la eficacia eterna de Su redención por nosotros. Así que, la eficacia eterna de la muerte redentora de Cristo es una prueba convincente de que El es el mismo Dios.

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LA AUTORIDAD DE CRISTO


LA AUTORIDAD DE CRISTO PARA PERDONAR PECADOS COMPRUEBA QUE EL ES DIOS
Cristo no sólo no tenía pecado, sino que también podía perdonar los pecados de otros. Una vez cuando le trajeron un paralítico, El le dijo: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados” (Mt. 9:2). Los escribas se indignaron por lo que dijo, porque sabían que sólo Dios podía perdonar al hombre sus pecados, y el hecho de que Jesús perdonara pecados implicaba que El se creía Dios. El podía decir lo que dijo porque ¡sí es Dios! El tiene la autoridad de perdonar pecados (Mt. 9:6). En otra ocasión una mujer pecaminosa vino a Jesús, y éste le dijo: “Tus pecados te son perdonados” (Lc. 7:48). Los que estaban comiendo con El en la misma mesa se dijeron: “¿Quién es éste, que también perdona pecados?” (v. 49). Cristo podía perdonar pecados porque El es el mismo Dios.

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lunes, 14 de julio de 2008

QUE CRISTO NO TENGA PECADO


QUE CRISTO NO TENGA PECADO INDICA QUE EL ES DIOS
Cristo llevó una vida en la tierra sin pecado. Una vez le llevaron una mujer que había sido descubierta en adulterio. La ley judía de esa época requería que cualquier persona que fuera sorprendida en adulterio fuera apedreada hasta la muerte. Los que estaban alrededor de Jesús trataron de ponerle a prueba. El le dijo a la multitud que quienquiera que no hubiera pecado tirara la primera piedra. Al oír esto, todos se fueron, uno tras otro, empezando desde los mayores. Al final, sólo quedó Jesús (Jn. 8:1-11). El podía desafiar a otros porque El no tiene pecado. Si El tuviera pecado, no habría tenido el denuedo para desafiarlos como lo hizo. Su madre y Sus hermanos en la carne estaban entre los que estaban con El cuando estuvo en la tierra. Ninguno de ellos puso en duda Su declaración de que no tenía pecado. Esto comprueba que El es Dios, porque Dios es el único que no tiene pecado. La Biblia dice que cuando El vivía en la tierra, era igual que nosotros en todo, pero sin pecado (He. 4:15). Cuando fue llevado ante el gobernador romano, éste declaró que no podía condenarle de ningún pecado según la ley romana más estricta (Lc. 23:4). El ladrón que fue crucificado junto con El también declaró que Jesús no había hecho nada malo (Lc.23:41). Judas, el discípulo que le traicionó, confesó que había entregado sangre inocente (Mt. 27:4), y el centurión que le crucificó proclamó: “Verdaderamente este hombre era justo” (Lc. 23:47). Antes de Su muerte fue juzgado y examinado por nueve grupos de personas: 1) los ancianos del pueblo, 2) los principales sacerdotes, 3) los fariseos celosos, 4) los saduceos incrédulos, 5) los herodianos políticos, 6) los legalistas doctores de la ley, 7) el gobernador romano Pilato, 8) Herodes y 9) el sumo sacerdote. En todos estos escrutinios se demostró que no tenía pecado. El hecho de que Cristo no tuviera pecado comprueba que El es Dios.

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LAS PALABRAS DE DIOS


LAS PALABRAS DE DIOS TESTIFICAN QUE EL ES DIOS
Aún más sorprendentes que los milagros de Cristo son las palabras que El habló. El habló con autoridad y vida (Mt. 7:28-29; Jn. 6:63). Muchos grandes líderes del mundo han dejado palabras de sabiduría para la posteridad, pero nadie en la historia ha afectado tantas vidas como Cristo lo ha hecho con Sus palabras. Sus palabras dan vida a millones y han hecho que un sinnúmero de personas hayan muerto como mártires por El. Napoleón podía persuadir a sus soldados a que murieran por su causa mientras él aún vivía, pero cuando murió, su causa murió con él. Sin embargo, dos mil años después de la muerte de Cristo, hombres y mujeres de todo el mundo están dispuestos a vivir y morir por El. Sus palabras son citadas en libros, bibliotecas, congresos y escuelas en todo el mundo. Sus enseñanzas acerca de la moral y las relaciones humanas se convierten en la base de una sociedad justa y humana (Mt. 5—7). Pero lo más sorprendente de Su enseñanza no fue la sabiduría y la moral que habló, sino Sus extraordinarias declaraciones acerca de Sí mismo. El dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Jn. 14:6). También dijo: “Yo soy la resurrección” (Jn. 11:25). El dijo a los hombres que El era la luz del mundo, y que aquellos que lo siguieran no andarían en tinieblas (Jn. 8:12). El dijo que era el pan de vida y que aquellos que lo comieran no tendrían hambre (Jn. 6:35). De hecho, podemos decir que la parte más importante de Su enseñanza es lo dicho acerca de Sí mismo. Muchos líderes religiosos enseñan doctrinas a los hombres, pero las doctrinas no tienen nada que ver con los maestros mismos. Por ejemplo, el budismo enseña la reencarnación, pero la reencarnación no tiene nada que ver con el fundador del budismo. Pero las enseñanzas de Cristo están estrechamente ligadas a la persona de Cristo. Si quitamos a Cristo, no queda más doctrina para la fe cristiana. La fe cristiana está centrada en lo que Cristo es. La persona de Cristo es la doctrina. Sin El, no hay doctrina.
Ghandi no podía decir que él era la luz del mundo, tampoco Aristóteles dijo que él fuera el camino y la verdad y la vida. Los más grandes filósofos del mundo, cuando mucho, pueden decir que les muestran el camino a los demás; ellos nunca pueden decir que son el camino. Pero Cristo dijo que El es el camino y la verdad y la vida. Un filósofo francés dijo una vez que si el relato de los Evangelios fuese una farsa, el que lo hubiese escrito estaría calificado para ser Cristo mismo.

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LOS MILAGROS DE CRISTO


LOS MILAGROS DE CRISTODEMUESTRAN QUE EL ES DIOS
Otra prueba de la deidad de Cristo son los milagros que hizo en la tierra. Uno de los maestros judíos de Su tiempo, Nicodemo, confesó que nadie podía hacer los milagros que Cristo hacía a menos que Dios estuviese con El (Jn. 3:2). Durante Sus tres años y medio de ministerio, El sanó leprosos (Lc. 5:12-13), restauró cojos (Mt. 11:5), mudos (Mr. 7:37), ciegos (Mt. 9:27-30) e incluso resucitó muertos (Jn. 11:43-44). El echó fuera demonios (Mt. 8:28-32) y calmó la tormenta (Mt. 8:23-27). El alimentó a cinco mil con cinco panes y dos peces (Mt. 14:15-21). Transformó el agua en vino (Jn. 2:1-11) y caminó sobre el mar (Mt. 14:25). El tenía poder sobre la naturaleza y potestad sobre los demonios. El ejerció Su poder y autoridad para traer el reino de Dios, e incluso dio este poder y autoridad a Sus discípulos. Algunos profetas del Antiguo Testamento pudieron hacer milagros, pero ninguno hizo los milagros que Jesús hizo. Jesús podía resucitar muertos porque El es Dios y porque tiene el poder de la vida. El proclamó ser la resurrección y la vida (Jn. 11:25). El probó ser Señor sobre la naturaleza y sobre Satanás. El Evangelio de Juan dice que estos milagros manifiestan Su gloria (Jn. 2:11) y demuestran que El es el Hijo de Dios (Jn. 20:30-31).

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miércoles, 9 de julio de 2008

LAS PROPIAS DECLARACIONES


LAS PROPIAS DECLARACIONES DE CRISTO
Cuando Jesús vivió en la tierra, El siempre estuvo consciente de que El era Dios. El les dijo a los judíos: “Antes de que Abraham fuese, Yo Soy” (Jn. 8:58). El libro de Exodo nos dice que el nombre de Dios es Yo Soy (3:14). Cuando Jesús dijo: “Antes de que Abraham fuese, Yo Soy”, los judíos tomaron piedras para arrojárselas porque entendieron que se refería a que El era Dios. Jesús como el gran Yo Soy es el Dios eterno que siempre existe.
El llamaba a Dios “Padre” (Jn. 17:1), y no tenía temor de llamarse Hijo de Dios (Mt. 16:16). Ningún líder religioso jamás se ha atrevido a llamarse Dios. Ni Mahoma ni Confucio ni Sócrates, ni ningún líder destacado jamás declaró ser Dios. Pero Jesús repetidas veces proclamó que era Dios. Lo mataron porque declaró que El era el Hijo de Dios (Mt. 26:63-66). Sus discípulos declaraban abiertamente que El era Dios.
Cualquier persona que afirme ser Dios o está loco o es mentiroso o es Dios. Cristo no puede estar loco, porque Sus palabras demuestran sabiduría y sobriedad, y vinieron a ser la base de toda la civilización occidental. El no es un mentiroso, pues ningún mentiroso estaría dispuesto a sacrificar su propia vida por su mentira. La única posibilidad que queda es que El sea el mismo Dios. Algunos tal vez admitan que Jesús tenía un nivel de moralidad muy elevado, pero aun así no creen que Jesús sea Dios. Pero si usted admite que El tiene una moral muy elevada, esto significa que usted cree que El no es un mentiroso, entonces debe aceptar que Su declaración de divinidad es verdad. Jesús muchas veces afirmó que El es Dios. Si usted admira Su moralidad, también debe reconocer Su deidad.
Napoleón Bonaparte, cuando fue confinado a la isla de Santa Elena, preguntó al Conde Montholon: “¿Puede decirme quién fue Jesucristo?” Al no ser respondida la pregunta, Napoleón dijo: “Bueno, yo se lo diré. Alejandro, Cesar, Carlomagno y yo mismo hemos fundado grandes imperios ... por la fuerza. Pero Jesús solo fundó Su imperio en el amor ... Le digo que todos éstos fueron hombres, y ninguno es como El; Jesucristo fue más que hombre ... El pide el corazón humano, y lo exige incondicionalmente; aún así es concedido. ¡Asombroso! ... Todos los que creen en El sinceramente experimentan ese notable amor sobrenatural para con El ... El tiempo, el gran destructor, no tiene poder para extinguir esta flama sagrada ... ¡Esto es lo que me demuestra irrebatiblemente la divinidad de Jesucristo!”

CRISTO ES DIOS

LOS TITULOS DIVINOS DE CRISTO


LOS TITULOS DIVINOS DE CRISTO INDICAN QUE EL ES DIOS
Cuando Jesús nació, Su nombre fue llamado Emanuel, que significa “Dios con nosotros” (Mt. 1:23). Este es un título que no cualquier persona puede adoptar. Jesús podía tomar tal nombre porque Su venida era la venida de Dios, y Su presencia era la de Dios con el hombre. Ninguno de nosotros puede decir que es “Dios con el hombre”, porque nosotros somos solamente humanos. Pero la venida de Jesucristo era la venida de Dios al hombre.
También fue llamado Jesús, que significa “Jehová el Salvador” (Mt. 1:21). Jehová es el nombre personal de Dios en el Antiguo Testamento. Decir que Cristo es Jesús equivale a decir que El es Jehová. El no tuvo temor de ser llamado Jehová el Salvador, porque El es el mismo Dios.

lunes, 7 de julio de 2008

EL GOBIERNO UNIVERSAL DE DIOS


EL GOBIERNO UNIVERSAL DE DIOS
No resulta fácil determinar cuál es el tema central de 1 Pedro. Aun si usted lee muchas veces 1 y 2 Pedro, le será difícil precisar el tema central de estas epístolas. Pedro es también muy particular al respecto. Él nos habla de cierto asunto, pero no nos provee ningún término que lo describa.
En ambas epístolas, Pedro trata el tema del gobierno universal de Dios. De hecho, estos dos libros nos hablan del gobierno universal de Dios. Como hemos visto, Mateo nos habla acerca del reino. No debemos pensar que el gobierno y el reino significan lo mismo. No, el reino es una cosa, y el gobierno es otra. Un país o una nación tiene un gobierno. No obstante, el gobierno no es la nación en sí, sino más bien el centro administrativo de la nación. Por ejemplo, el gobierno localizado en Washington, D. C., es el centro administrativo de Estados Unidos. Si bien Mateo nos presenta el reino, en dicho libro no se nos habla del gobierno. Son los escritos de Pedro los que nos hablan del gobierno de Dios.
Marcos nos presenta el servicio; Lucas, la salvación; y Juan, la vida. Por consiguiente, en los cuatro Evangelios encontramos el reino, el servicio, la salvación y la vida, pero no encontramos el gobierno divino. Así que, Pedro en sus epístolas suple esta carencia al revelarnos el gobierno universal de Dios.
La esfera del gobierno de Dios abarca todo el universo. Sabemos esto porque Pedro nos habla de los cielos nuevos y la tierra nueva. Esto indica que el gobierno de Dios es universal. Finalmente, en la eternidad futura, todo estará en armonía y en buen orden, porque en los cielos nuevos y en la tierra nueva reinará la justicia. Hoy en día, en la tierra imperan la injusticia y el desorden. Con todo, Dios aún ejerce Su gobierno en el cielo y en la tierra.
Dios gobierna al ejecutar Su juicio. Ésta es la manera en que Dios ejerce Su gobierno. Soy una persona de avanzada edad y, como tal, he estado estudiando y observando por mucho tiempo la situación mundial; por eso, sencillamente no puedo hacer otra cosa que postrarme ante Dios. Él es quien gobierna, y Él gobierna ejecutando Sus juicios. Dios juzgó a Hitler, a Stalin y a otros malhechores. Por una parte, Dios toleró, en cierta medida, que ellos hicieran ciertas cosas que contribuyeron a Su propósito, como el hecho de que Hitler hubiera masacrado a tantos judíos, ya que esto hizo que ellos se unificaran. No obstante, Dios juzgó a tales hombres.
En 1 y 2 Pedro encontramos un relato del juicio de Dios. Dios juzgó la tierra por medio del diluvio y más tarde juzgó a Sodoma y Gomorra. La historia del juicio de Dios también incluye el juicio que Él trajo sobre los hijos de Israel en el desierto. Durante los años que anduvieron vagando, los hijos de Israel experimentaron el juicio de Dios una y otra vez. A excepción de Josué y Caleb, todos los que salieron de Egipto, incluyendo a Moisés, Aarón y María, murieron en el desierto bajo el juicio de Dios. Además, la Biblia nos dice que Dios hizo que los miles que desobedecieron quedaran postrados en el desierto. Ésta fue la manera en que Dios ejerció Su juicio.
No debemos pensar que Dios juzga solamente a malhechores, tales como Hitler y Stalin. Dios también juzga a Su propio pueblo. Según 4:17, el juicio gubernamental de Dios comienza por Su propia casa: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?”. Esta palabra se refiere al gobierno de Dios.
¿Con qué propósito ejerce Dios Su juicio gubernamental? Dios juzga a fin de depurar el universo que Él creó. Dios creó el universo para que cumpliera un propósito muy positivo, pero Satanás intervino y lo contaminó. Ahora, Dios está depurando el universo por medio de Sus juicios. Él está realizando una limpieza completa de todo el universo. Finalmente, el universo vendrá a ser nuevo. ¿Sabe usted cuál es el significado principal de los cielos nuevos y la tierra nueva mencionados en 2 Pedro 3? El significado es que ello alude a la novedad del universo de Dios.
Dios no está dispuesto a vivir ni a morar en un lugar que esté inmundo. Ésta es la razón por la cual Dios está depurando y purificando el universo. Primero Él nos purifica a nosotros, Su casa. Es aquí donde Dios ahora concentra Su obra de purificación. Probablemente usted en ocasiones se haya preguntado: “¿Por qué será que cuanto más amo al Señor Jesús, más dificultades me sobrevienen? A mis familiares les va bien en todo y en todo prosperan. En cambio, mi situación parece empeorar cada vez más”. Algunos santos tienen problemas de salud, mientras que otros no saben qué hacer con sus hijos. La razón por la cual experimentamos tantas dificultades es que el juicio de Dios comienza por Su propia casa. Usted y yo estamos bajo el juicio de Dios.
La razón por la cual se escribieron las dos epístolas de Pedro, y en especial la primera, fue que los creyentes judíos que habían sido dispersados, estaban sufriendo persecución. Ellos estaban pasando por una prueba de fuego. Pedro comparó esta persecución con el fuego de un horno. Debido a que los creyentes estaban turbados y quizás comenzaban a dudar, Pedro les escribió para darles algunas instrucciones y también para consolarlos. En 5:10 él dice: “Mas el Dios de toda gracia, que os llamó a Su gloria eterna en Cristo Jesús, después que hayáis padecido un poco de tiempo, Él mismo os perfeccione, confirme, fortalezca y cimiente”. Aquí Pedro parecía decirles a los creyentes que no debían dudar, ya que era Dios quien los estaba perfeccionando. De la misma manera en que se cortan las piedras para que puedan ser acopladas y formar parte de un edificio, también es necesario que nosotros seamos “cortados” a fin de ser perfeccionados, confirmados, fortalecidos y cimentados. Pedro escribió esto para confortar a los santos que estaban sufriendo y siendo perseguidos; su deseo era mostrarles que todos ellos estaban bajo el gobierno de Dios. Dios ejerce Su gobierno primeramente sobre Sus propios hijos.
Por consiguiente, el tema de 1 Pedro es: La vida cristiana bajo el gobierno de Dios. El tema de 2 Pedro es un poco diferente; dicho tema es: La provisión divina y el gobierno divino. Pedro nos muestra en su segunda epístola que Dios no sólo ejerce Su gobierno sobre nosotros, no sólo rige sobre nosotros, sino que además nos provee todo lo que necesitamos. Dios nos provee de todo lo necesario para que podamos llevar una vida santa, una vida cristiana, bajo Su gobierno.

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EL NACIMIENTO DE CRISTO


EL NACIMIENTO DE CRISTO POR MEDIO DE LA CONCEPCION DEL ESPIRITU SANTO Y DE UNA VIRGEN DEMUESTRA QUE EL ES DIOS
Hay muchas evidencias de que Cristo es Dios. La primera prueba es la manera en que Cristo nació en la tierra. La manera en que una persona nace dice mucho acerca del origen de ella. Cristo nació de una virgen llamada María (Mt. 1:18). El no nació por la concepción humana, sino que fue concebido por el Espíritu Santo (Mt. 1:20). Si El hubiese sido un mero ser humano, habría venido del mismo modo que los demás. Pero Jesucristo vino a la tierra de una manera diferente a la de todos los seres humanos. Todos los seres humanos nacen de padres humanos, pero Jesús vino como la mezcla del Espíritu Santo con el hombre. Durante los siglos pasados mucha gente ha intentado refutar el hecho histórico del alumbramiento por una virgen al decir que tal acontecimiento es contrario a la ciencia. Sin embargo, uno debe darse cuenta de que la ciencia sólo puede explicar fenómenos naturales. Todos los fenómenos sobrenaturales no los puede explicar la ciencia; van más allá de toda investigación científica. Ciertamente Dios, el Creador del universo y el Autor de todos los principios científicos, no está limitado por las leyes naturales. Es lo más razonable que Dios hubiese venido a la tierra de una manera sobrenatural, diferente a todos los otros mortales.
El hecho de que Cristo hubiera sido concebido del Espíritu Santo y que naciera de un virgen humana significa dos cosas. Primero, significa que Jesús llevaba divinidad en Su ser. Una concepción humana lleva el elemento humano, y una concepción divina lleva el elemento divino. Todo ser humano sólo lleva el elemento humano. Solamente Jesucristo nació con el elemento divino y el elemento humano. Esto comprueba que El es el único Dios-hombre.
Segundo, todos los nacimientos humanos llevan consigo el elemento del pecado. Pero un nacimiento que es diferente del nacimiento natural no lleva el elemento hereditario humano del pecado. Todos los hombres nacen pecadores, pero Cristo nació sin pecado. El era el Dios-hombre sin pecado, el Dios completo y el hombre perfecto.
El profeta Isaías habló del nacimiento de Cristo así: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre Su hombro; y se llamará Su nombre ... Dios Fuerte, Padre Eterno...” (Is. 9:6). Unos setecientos años antes del nacimiento de Jesús, Isaías predijo que Jesús sería un niño nacido como Dios fuerte y nos sería dado un hijo que sería Padre eterno. El profeta Miqueas también dio una sorprendente profecía como setecientos años antes del nacimiento de Cristo. El dijo que de la ciudad de Belén saldría uno que sería Señor en Israel; y Sus salidas serían “desde el principio, desde los días de la eternidad” (5:2). Esta profecía indica que en la eternidad pasada Dios planeó entrar en la humanidad. Así, en el nacimiento de Jesús, Dios salió de la eternidad, pasó al tiempo y entró con Su divinidad en la humanidad, y se mezcló con el hombre. ¡Jesús es Dios mismo mezclado con la humanidad!


CRISTO ES DIOS

CRISTO ES DIOS


CRISTO ES DIOS
La clave para entender la Biblia y a Dios está en la persona de Jesucristo. No hay ninguna otra persona en la historia que haya afectado tanto a la humanidad como Jesucristo. Ninguna persona ha sido tan honrada y adorada como Jesucristo, y sin embargo, al mismo tiempo, ha permanecido como un misterio para la mente humana. Muchos historiadores lo han considerado un gran líder, y muchos reformistas sociales lo han considerado un gran maestro de la humanidad. Napoleón se igualó con Alejandro Magno, Julio César y Carlomagno, pero reconoció que Jesús estaba por encima de todos ellos y pertenecía a una clase diferente. Los primeros marxistas negaban que El era Dios, y Engels incluso negó que Jesús hubiera existido. Pero luego los marxistas admitieron que los intentos por borrar a Jesús de la historia y la cultura europea era infructífero y absurdo, y que Jesús es “un ejemplo de los valores humanos más sagrados”.
No obstante, ¿es Jesús de Nazaret sólo un gran líder, un gran maestro y un modelo de los valores más sagrados? ¿Quién es Jesús? Esta es una de las grandes preguntas entre los hombres desde que nació Jesús hace ya casi dos mil años. Los judíos de Su tiempo que se le oponían dijeron que El era tan sólo un carpintero de Nazaret, el hijo de José; dijeron que El era solamente un hombre. Otros entre ellos dijeron que El era Juan el Bautista o Elías o Jeremías o alguno de los profetas. Los gentiles de las generaciones pasadas dijeron que El era un religioso revolucionario, un gran filósofo, un noble moralista, o un siervo sacrificado.
Un día Jesús tuvo el intenso deseo de revelarse a Sus discípulos, así que los llevó a un lugar llamado Cesarea de Filipo, lejos de Jerusalén donde la atmósfera de la vieja religión judía llenaba los pensamientos de todos los hombres. En Cesarea de Filipo El les preguntó a Sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o algunos de los profetas” (Mt. 16:13-14).
Luego Jesús les hizo una pregunta muy tajante, que todos debemos responder: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (v. 15). Sólo uno de los discípulos de Jesús, Pedro, respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). Al decir que Jesús era el Hijo del Dios viviente, Pedro estaba diciendo que Cristo era Dios mismo (Jn. 10:30, 33; 5:18; 1:1; 20:28; 1 Jn. 5:20; Fil. 2:6; He. 1:8). El Señor respondió a Pedro: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (v. 17). Necesitamos la revelación celestial para recibir la bienaventuranza de ver quién es Cristo realmente.
El Evangelio de Juan cuenta la historia de un discípulo llamado Tomás que rehusó creer a los otros discípulos cuando le dijeron que habían visto a Jesús después de Su resurrección. Tomás dijo: “Si no viera en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” (20:25). Ocho días después Jesús apareció a los discípulos de nuevo, y esta vez Tomás estaba con ellos. “Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (vs. 27-29). La declaración de Tomás al creer fue que Jesús era su Señor y su Dios. La respuesta de Jesús fue que todo aquel que creyera como Tomás sería bienaventurado.
Uno de los fundamentos más importantes de la fe cristiana es la confesión de que Cristo es Dios. Cristo no es sólo un gran hombre; El es Dios mismo. Cuando Pedro, uno de los discípulos de Cristo, declaró que éste era el Hijo del Dios viviente, estaba proclamando uno de los mayores misterios del universo. La iglesia cristiana está fundada sobre esta revelación de la persona divina de Cristo. Martín Lutero, el reformador protestante, dijo: “Aférrese de Jesús como un hombre, y descubrirá que El es Dios”.
Si usted quiere saber quién es un hombre, debe preguntarle. A lo largo de la historia no ha habido filósofo, líder religioso, ni sabio que se haya atrevido a decir que es Dios. Sólo Jesús dijo que El era Dios.

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jueves, 3 de julio de 2008

ACOMPAÑAR EL MOVER DE DIOS


Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas" (Ez 1:20)
Acompañar el mover de Dios
Mateo 3:11 dice: "Yo os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, a quien yo no soy digno de llevarle las sandalias, es más fuerte que yo; Él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego". Una manera de interpretar esta porción es que si alguien recibe al Señor Jesús, Él lo bautizará en el Espíritu Santo, pero si no Lo recibe será bautizado en fuego, es decir, en el lago de fuego. Sin embargo, el versículo 11 no dice: "Él os bautizará en el Espíritu Santo o en el fuego", sino que dice "os bautizará en el Espíritu Santo y fuego". Por eso Pedro nos dice que no debemos sorprendernos del fuego de prueba que nos ha sobrevenido pues el Señor así lo determinó (1 P 4:12).
El Señor usa todas las situaciones para quemarnos, incluyendo a nuestro cónyuge, hijos, hermanos en la vida de la iglesia, compañeros de la escuela y en el trabajo. Estas situaciones vienen a remover las impurezas que aún están en nosotros. Por eso, no nos sorprendemos, por el contrario, debemos decir: "¡Esta es la gracia de Dios!". No es algo extraño ni negativo, sino algo que produce resultados positivos: es la gracia que llega hasta nosotros.
En la vida de la iglesia pasamos por estas pruebas, para así entrar en la próxima era y reinar juntamente con el Señor Jesús. Sin embargo, algunos no reinarán porque sus impurezas aún no fueron totalmente removidas por el fuego. De cualquier manera, al pasar por el tribunal de Cristo, será evidente cuánto de nuestra alma fue transformada. Cuando nos enfrentamos con el fuego pensamos que es algo negativo, algo como un castigo. Por eso, al leer el pasaje de Primera de Pedro tememos y lo rechazamos. Pero después de esta luz ya no podemos rechazar el fuego que viene sobre nosotros, pues es algo necesario para que seamos refinados y purificados.
Cuando somos purificados con el fuego, llegamos a ser personas que tienen fuego dentro de sí. Es decir, tenemos este fuego para practicar el mover de Dios. Ezequiel 1 nos habla del mover de Dios, descrito allí por la rueda que siempre avanza (vs. 15-21). El Señor nos ha llevado a estar en Su mover y siempre acompañarlo. De esta manera recibimos Su comisión: ser fructíferos, multiplicarnos, llenar la tierra y sojuzgarla y dominarla. Para ello es imposible apreciar sólo la Palabra de manera doctrinal. Por el contrario, somos alentados a practicarla y a cumplir nuestra comisión. El Señor realmente nos eligió de manera muy especial y quiere que acompañemos Su mover. Cuando Lo acompañamos, Dios avanza y nosotros avanzamos juntamente con Él. Esta es la gran rueda del mover divino.
Punto Clave: Refinados y purificados
Pregunta: ¿Qué diferencia hay al interpretar Mateo 3:11 con "y" o con "o"?
Jesus es el Senor!

NUESTRA SENDA: el desierto


Nuestra senda: el desierto

1 Juan 2:15-16 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.


Aunque otros digan que somos insensatos, no debemos escucharlos; debemos salir de Egipto hoy mismo. Desde el momento en que nos hicimos cristianos, Egipto ha dejado de ser nuestra senda. Ahora nuestra senda es el desierto. En el Nuevo Testamento, tanto Egipto como el desierto representan el mundo: Egipto, en el sentido moral, y el desierto, en el sentido físico. Los cristianos forman parte del mundo en un sentido físico, mas no en el sentido moral. Además, tenemos que saber distinguir otros dos aspectos del mundo: el mundo es un lugar y es también un sistema. En el mundo físico hay muchas cosas cuyo atractivo suscitan los deseos de los ojos, los deseos de la carne y la vanagloria de la vida. Todo ello conforma Egipto. Aparte de esto, el mundo es también el lugar donde reside nuestro cuerpo.

Hoy en día, los cristianos tenemos que abandonar el sistema y la organización que son el mundo. Así pues, cuando hablamos de separarnos del mundo nos referimos a nuestra liberación del mundo en un sentido moral y no físico. Tenemos que dejar atrás el mundo en un sentido moral y no en un sentido físico. En otras palabras, si bien nosotros seguimos viviendo físicamente en este mundo, éste se ha convertido para nosotros en un desierto.


JESUS ES NUESTRO SEÑOR...