viernes, 30 de mayo de 2008

Alimento diario



La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 2 --- Los elegidos
Viernes --- Leer con oración: 1 P 1:1-2, 17; 5:13

“Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas” (1 P 1:2)
Elegidos según la presciencia de Dios padre
Los destinatarios de las epístolas de Pedro eran los judíos de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia (1 P 1:1). Esta región está en Asia menor, que se localiza entre el Mar Negro y el Mediterráneo, es decir, cercana a Europa. Cuando Pedro les predicó el evangelio, algunos creyeron y emigraron a esos lugares llegando a ser peregrinos en esa región.
El apóstol Pedro escribió esta epístola en Babilonia, una ciudad junto al río Éufrates (1 P 5:13). Los judíos que estaban allí recibieron la salvación y comenzaron a reunirse.
Nosotros, siguiendo el ejemplo de ellos, debemos ir a las ciudades donde aún no está la vida práctica de la iglesia y comenzar una reunión. En 1960 vine al Brasil, siguiendo la comisión del Espíritu Santo y la confirmación del hermano Lee. Cuando llegamos a Sao Paulo, nuestro deseo era reunirnos. Entonces, lo hicimos juntamente con varios chinos que también emigraron de diversas regiones del Oriente.
En aquella época hablábamos en las reuniones en lengua china. No creo que eso sea extraño, ya que incluso hoy, en varios lugares, se hace así. Los hermanos que están siendo enviados a los diferentes países no están predicando el evangelio a las personas locales, porque no logran hablar el idioma local. Por ejemplo, si van a Italia, comienzan a trabajar en medio de los que emigraron allá y se comunican en portugués o español. Son inmigrantes peregrinos, pero, residen en Italia. Si están en una ciudad, ciertamente son la iglesia en ese lugar, y por lo tanto, pueden establecer allí la mesa del Señor.
Sólo después de quince años de haber llegado al Brasil, cuando nuestros hijos crecieron y pudieron hacer una conexión con los hermanos que hablaban el portugués, fue que los brasileños fueron ganados. En varios países hay hermanos de lengua portuguesa y española, que se reúnen usando su lengua materna. Pero ellos tienen un deseo: que sus hijos reciban la educación local para que el evangelio sea llevado adelante.
Como ya hemos mencionado, Pedro escribió su epístola según la economía de Dios, según leemos: “Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas” (1 P 1:2). Por tanto, la economía de Dios es, que Dios es único, pero tiene el aspecto de tres: Padre, Hijo y Espíritu, y quiere trabajarse en el hombre tripartito.
Pedro designa a los salvos como los elegidos de Dios: “Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación”. (v. 17). Pedro les recordaba que ellos estaban allí durante el tiempo de su peregrinación. Así también son aquellos que emigraron a cualquier país de un idioma extranjero. Ellos no hablan muy bien el idioma local, pero se reúnen usando su propio idioma. Pero el encargo no es exclusivamente para los que hablan su idioma, sino para todas las personas de ese lugar. Por lo menos, cuando sus hijos crezcan llevarán el evangelio a las personas locales. ¡Que el Señor propague Su evangelio por todas las regiones de la tierra!
Punto Clave: Somos peregrinos en la tierra
Pregunta: ¿Qué encargo recibió usted en este día?

jueves, 29 de mayo de 2008

LA UNIDAD DEL MINISTERIO DE DIOS

CAPÍTULO UNO Y LO QUE ATENTA CONTRA ELLA NUESTRA ORACIÓN POR ESTE ENTRENAMIENTO Señor, te necesitamos, y necesitamos que tengas misericordia de todos nosotros. Señor, te agradecemos por el entorno que propiciaste soberanamente. Eres Tú quien nos ha reunido. Gracias, Señor, por esta reunión. Creemos firmemente que Tú preparaste esta reunión y que tienes un propósito para ella. Señor, sentimos gran aprecio por este tiempo en el que estaremos reunidos. Te pedimos que estés con nosotros estos días. Te agradecemos, Señor, por Tu sangre que nos limpia; en ella depositamos nuestra confianza todos los días. Señor, seguimos siendo personas demasiado naturales, llenas de la vieja creación. Por mucho tiempo hemos vivido en nosotros mismos y hemos actuado regidos por nuestra carne. Incluso nuestros puntos de vista, Señor, el propósito de nuestras acciones, nuestras motivaciones y nuestras intenciones han sido completamente impuros. Cuánto necesitamos, Señor, ser lavados con Tu sangre redentora. Gracias, Señor, por Tu sangre redentora. Señor Jesús, incluso en el servicio que te rendimos, en lo que hacemos para Ti, reconocemos que nuestra obra es impura. No somos puros, Señor; necesitamos que nos laves. Lávanos por completo. Señor, nos lamentamos por nuestro pasado; nos arrepentimos ante Ti por todo lo que hicimos. Señor, te tomamos como nuestra ofrenda por el pecado y como nuestra ofrenda por las transgresiones. Señor, nos reunimos para acudir a Ti a fin de recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Señor, te necesitamos; necesitamos que nos visites una vez más. Señor, abre los cielos y danos un cielo despejado. Señor, incluso abre Tu propio ser a nosotros. Esperamos en Ti y dependemos de Tus palabras, de Tu revelación y de que operes en lo más profundo de nuestro ser. Oh, Señor Jesús, nada podemos hacer y nada tenemos. Señor, todo depende completamente de Ti. Señor, produce en nosotros la debida disposición de ánimo y prepáranos. Señor, purifica nuestras intenciones y purifica nuestro corazón. Danos una mente sobria; incluso Señor, danos un espíritu abierto, un espíritu que te busque. Señor, cúbrenos. Confiamos en Tu sangre prevaleciente. Señor, derrota al enemigo por amor a Tu nombre, por causa de Tu recobro y por causa de estas dos semanas de entrenamiento. Señor, derrótalo en mí cada día. Señor, guárdanos en Tu presencia. Amén, Señor. LA CARGA CON RESPECTO A ESTE ENTRENAMIENTO A fin de que logremos ver en qué consiste el mover del Señor en Su recobro hoy, debemos abordar doce temas principales, el primero de los cuales es el ministerio del Nuevo Testamento. En segundo lugar, debemos conocer cuál es la visión actual en el recobro del Señor. En tercer lugar, debemos considerar de qué manera se debe llevar a cabo esa visión, lo cual reviste gran importancia. En cuarto lugar, tendremos comunión sobre cómo hacer uso de diversos libros de consulta. El testimonio del Señor ha estado sobre esta tierra por más de diecinueve siglos. Muchos santos han sido muy usados por el Señor y muchos de ellos han publicado escritos. La manera en que hemos de usar esos libros es algo que merece mucha consideración, pues tiene mucho que ver con la obra que realizamos hoy, y sin duda, afectará nuestra obra, ya sea para beneficiarla o no. Necesitamos considerar cuidadosamente la manera en que debemos hacer uso de tales libros de consulta. Además, tendremos comunión acerca de las regiones del ministerio, y acerca de la relación que existe entre las regiones del ministerio y las iglesias locales. Estos asuntos constituyen el quinto y sexto tema respectivamente. En séptimo lugar, consideraremos la obra entre los santos de habla china y las reuniones de habla china. Es el Señor, en Su mover, quien ha hecho surgir esta obra, la cual ha cobrado especial auge en meses recientes; por tanto, debemos considerar cómo hemos de cooperar con el Señor en Su mover respecto a esto. En octavo lugar, debemos tener comunión sobre la obra de publicación que forma parte del ministerio del Señor. Además, tenemos que dedicar más tiempo a tener comunión sobre la posición de los ancianos y la función que ellos cumplen. Necesitamos reconsiderar, revisar y estudiar cabalmente lo relacionado con la posición de los ancianos y la función que ellos desempeñan. Éste es el noveno tema que trataremos. En décimo lugar, debemos tener una comunión detallada con respecto al perjuicio que se causa al ejercer control sobre otros. Después, tendremos comunión sobre la libertad de la cual gozan los santos. El último tema sobre el cual debemos tener comunión es nuestra actitud con respecto a las denominaciones y los grupos libres. En otras palabras, tenemos que reconsiderar cuál debe ser nuestra actitud hacia nuestros hermanos cristianos, es decir, hacia aquellos creyentes que no se reúnen con nosotros. EL MINISTERIO DE DIOS Al estudiar el ministerio de la economía neotestamentaria debemos comprender por qué el apóstol Pablo recalcó tanto el ministerio del Nuevo Testamento en el tercer capítulo de 2 Corintios. En este capítulo el apóstol Pablo definió el término “ministerio”, tal como ya lo hicimos notar en el Estudio-vida de 2 Corintios. En dicho capítulo, Pablo hizo hincapié en el ministerio del Nuevo Testamento debido a que estaba vindicando enérgicamente su ministerio, al cual él llamó el ministerio del nuevo pacto; y lo compara y contrasta con el ministerio del Antiguo Testamento, al cual él llamó el ministerio del antiguo pacto. Al estudiar 2 Corintios 3 podremos percatarnos que a los ojos de Dios únicamente existen dos ministerios en toda la Biblia. Uno es llamado el ministerio del antiguo pacto (vs. 7, 9 y 14), y el otro es llamado el ministerio del nuevo pacto (v. 6). La palabra griega traducida pacto en realidad es la misma palabra que se traduce como testamento. Para nosotros es más claro y conveniente usar la palabra testamento, ya que las dos secciones de nuestra Biblia —el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento— usan este término como titulo. A lo que nosotros llamamos Nuevo Testamento y Antiguo Testamento, Pablo lo llama el nuevo pacto y el antiguo pacto. En la Biblia, Dios nos revela únicamente dos ministerios, uno es el del Antiguo Testamento o antiguo pacto, y el otro es el del Nuevo Testamento o nuevo pacto. Pero en realidad ambos ministerios son uno solo, tal como el Antiguo y el Nuevo Testamento conforman una sola Biblia con dos partes o secciones. La palabra Biblia significa “el Libro” y alude a los escritos santos de Dios, las Santas Escrituras. La palabra Escrituras significa “los Escritos”, de manera que estas dos expresiones se refieren al mismo libro. Dios no tiene dos Biblias; Él tiene solamente una Biblia, la cual está compuesta por dos secciones: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Del mismo modo, el ministerio de Dios es uno solo, pero consta de dos secciones: la sección antigua y la nueva. El Antiguo Testamento fue simplemente una preparación para lo que habría de venir, esto es, para el Nuevo Testamento. Después de estudiar la Biblia y laborar en ella por muchos años, hoy podemos afirmar que el ministerio de Dios consiste en valerse de Sus vasos escogidos para llevar a cabo Su economía, es decir, para cumplir Su propósito eterno al impartirse en Su pueblo escogido a fin de que éste le exprese. Dios necesita hombres, Sus vasos escogidos, a fin de llevar a cabo Su economía. EL PRINCIPIO DE ENCARNACIÓN Conforme al principio divino, aunque Dios está en capacidad de llevar a cabo Su economía por Sí solo y de realizar todo lo necesario para lograr dicho propósito, Él ha decidido no llevarla a cabo por Sí mismo prescindiendo del hombre. El principio según el cual Dios lleva a cabo Su economía es el principio de la encarnación, un principio de suma importancia. Ciertamente Dios es capaz de salvar al hombre caído. Él puede hacer cualquier cosa puesto que es Dios y es soberano; sin embargo, Él se ciñe a un principio divino: Él hace todas las cosas concernientes a Su economía en conformidad con el principio de encarnación. El principio de encarnación requiere que Dios entre en el hombre y lo haga uno con Él. Por tanto, el hombre es un vaso a fin de que Dios pueda mezclarse con él. Aun en el Antiguo Testamento se puede ver el principio de encarnación; no obstante, resultó difícil para Dios establecer una tipología de la encarnación. Únicamente en Su obra de creación Dios lo hizo todo por Sí mismo, prescindiendo del hombre y sin que interviniera el principio de la encarnación. En la obra que Dios realizó para producir la primera creación, la vieja creación, el hombre no podía tener parte alguna ya que aún no había sido creado. Cuando el hombre fue creado, todas las demás cosas ya habían sido creadas; por tanto, el hombre no tuvo participación alguna en la obra creadora de Dios. Sin embargo, para llevar a cabo Su economía, Dios depende mucho más de Su segunda creación que de la primera. Su primera creación produjo solamente los materiales físicos, pero no era la intención de Dios crear solamente las cosas de la vieja creación y detenerse allí; más bien, Su intención era proseguir de la primera creación a la segunda creación. Es por medio de la segunda creación que Dios lleva a cabo Su economía. En Su segunda creación, Dios no hace nada, ni hará nada, sin el hombre. Él no lleva a cabo Su economía prescindiendo del hombre, ni tampoco el hombre puede cumplirla por sí mismo. Dicha economía sólo puede realizarse mediante la mezcla de Dios con el hombre. El primer caso, la primera instancia, el primer logro, de la economía de Dios fue llevado a cabo por Jesucristo. Debemos ver quién fue Jesucristo. Él no era únicamente Dios, ni únicamente hombre; más bien, Él era tanto Dios como hombre, un Dios-hombre. Aunque Dios es absolutamente poderoso y capaz, Él no podía efectuar la redención sin el hombre. Nada de lo que Dios hace para cumplir Su economía puede ser realizado sin el hombre. En la primera etapa, la etapa de la vieja creación, Él hizo todas las cosas por Sí mismo, pero en la segunda etapa Él no puede hacer nada sin el hombre. Al efectuar Su segunda obra de creación, es necesario que Dios se haga uno con el hombre y que haga que el hombre sea uno con Él, no meramente al añadirse al hombre sino al mezclarse con él. La concepción misma del Señor Jesús —la cual se efectuó por obra del Espíritu Santo y es la concepción de la encarnación— consiste en una mezcla. Ninguna concepción puede realizarse sin que haya una mezcla. Por tanto, no debemos prestar atención a la enseñanza tradicional, la así llamada enseñanza teológica, que se opone al concepto de la mezcla. En realidad, la enseñanza de la mezcla divina tiene un firme fundamento, y este fundamento es la concepción divina. La encarnación fue una concepción equivalente a la mezcla de Dios con el hombre, una mezcla de la divinidad con la humanidad. Esta mezcla produjo un Dios-hombre, Aquel que era Santo, quien era tanto Dios como hombre. Esta Persona santa era el Dios completo y el hombre perfecto, y fue el primero a quien Dios usó para llevar a cabo Su economía. Él fue el principio; después de Él, le sigue Su reproducción, Su aumento, Su continuación. Esta reproducción, aumento y continuación, es una entidad corporativa. Esto no es otra cosa que Su Cuerpo, compuesto por Sus miembros, los cuales constituyen la reproducción, aumento y continuación de Aquel único Ser que es tanto Dios como hombre. En principio, somos lo mismo que Él es. Así que, es completamente bíblico y necesario afirmar que somos Dios-hombres; esto es conforme al principio de encarnación, el principio que Dios guarda al llevar a cabo Su economía.

Morir y ser levantado con el Señor



Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado.



Romanos 6:4 Hemos sido, pues, sepultados juntamente con El en Su muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.



Las aguas del bautismo tipifican la tumba. Cuando en nuestros días una persona es sumergida en las aguas del bautismo, es como si estuviera siendo sepultada. Salir del agua equivale a salir de la tumba.



Cuando el Señor Jesús fue crucificado, Él nos llevó consigo a la cruz, y nosotros fuimos crucificados juntamente con Él. A los ojos de Dios, ya se nos puso fin. Hermanos, cuando entramos en las aguas del bautismo o cuando reflexionamos al respecto después de haber sido creyentes por muchos años, debemos recordar que ya estamos muertos.



Permitimos que otros nos sumerjan en agua porque creemos haber muerto. Él ha puesto el poder de Su resurrección en nosotros. Somos regenerados mediante este poder. El poder de la resurrección opera en nosotros y nos resucita. A ello se debe que hayamos salido del agua. Ya no somos lo que éramos antes; ahora somos personas resucitadas. Jamás debemos olvidar este hecho. Cuando entramos en el agua, creímos en nuestra muerte y en nuestra necesidad de ser sepultados. Cuando salimos del agua, creímos que somos poseedores de la novedad de la vida divina. Ahora estamos en el lado de la resurrección. La muerte se halla en el otro lado, y ahora nuestra experiencia es la resurrección.

Alimento diario



La vida y la naturaleza de Dios – las epístolas de Pedro
Semana 1 --- La economia de Dios en los escritos de Pedro
Viernes --- Leer con oración: Mt 18:21-22; 1 P 1:6-7

“Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 P 1:7)
Alabanza, gloria y honra en la manifestación de Jesucristo
En 1 Pedro 1:6 leemos: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas”. Pedro aprendió la lección de ser trabajado y transformado por el Señor. Con el pasar de los años, su vida del alma menguó y la vida divina creció en él al punto de manifestarse. Esto ocurrió por medio de los sufrimientos. Por eso Pedro nos habla sobre este asunto en sus epístolas. Cuando le permitimos al Señor pasar por sufrimientos, Él trabaja en nosotros.
Somos afligidos siempre por diversas pruebas, no sólo una vez o cien veces, sino de acuerdo con nuestra necesidad. Si siempre nos negamos a nosotros mismos, tal vez cincuenta veces sean suficientes. Si no nos negamos, tal vez sea necesario pasar por cien pruebas, doscientas, o hasta trescientas veces. Si queremos la salvación completa, tenemos que tener la salvación de nuestra alma. Sin la salvación del alma, no tenemos la salvación completa. Pero si permitimos que estas diversas pruebas vengan y operen en nosotros como un fuego y nos negamos a nosotros mismos, Pedro afirma: “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (v. 7).
Esta es la experiencia de Pedro: su fe llegó a ser más preciosa que el oro perecible, aun probado por el fuego, porque él sabía que su vida del alma estaba siendo quemada y de esa manera, la vida divina crecía en él. Quien pasa por tal experiencia puede recibir alabanza, gloria y honra en la manifestación de Jesucristo, es decir, puede entrar en el reino milenario y recibir gloria y honra con el Señor.
Esta también debe ser nuestra experiencia. A partir de la regeneración y después con el negar de la vida del alma, recibimos tratamientos, cuyo resultado es la salvación del alma. Al mismo tiempo, la vida divina crece en nosotros y consecuentemente la naturaleza divina se manifiesta. Nuevamente decimos: para que la vida divina crezca es necesario que la vida natural mengue. Cuando la vida divina crece y la vida natural mengua, la naturaleza y la vida divina se mezclan en nuestra naturaleza y vida humanas.
La naturaleza humana tiene su parte buena y su parte mala. Cierto hermano tiene una naturaleza buena y ama a las personas, pero su amor dura muy poco. Él ama a ciertas personas por algún tiempo, pero ellas no pueden contradecirle ni hacerle ningún mal. Si esto sucede, es suficiente para que él deje de amarlas. El amor del hombre es limitado, porque así es la naturaleza humana. Pedro preguntó al Señor Jesús: “¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?” (Mt 18:21). Esto es algo de la naturaleza humana buena. El perdón al prójimo significa que hay algo bueno en la naturaleza humana, como el amor, el perdón, la paciencia, la humildad, la mansedumbre. Tal vez Pedro pensaba que perdonar siete veces era suficiente. Sin embargo, el Señor dijo: “No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” (v. 22). En otras palabras, el perdón no tiene fin; debemos perdonar siempre. Las virtudes como la mansedumbre, la humildad o el soportarnos los unos a los otros no duran mucho. Los atributos divinos, por el contrario, son ilimitados. Debemos permitir que éstos sean cada vez más infundidos en nosotros a fin de que cuando se manifiesten, expresemos a Dios mismo.
Punto Clave: La vida natural debe menguar para que la vida divina crezca
Pregunta: ¿Qué lección aprendemos con Mt 18:21-22?

Senhor, me volto a Ti


1. Senhor, me volto a Ti, vem meu coração tomar.
Em todo meu viver, quero Te amar.
Estava triste e só, o Senhor me achou!
Falou-me com ternura e me salvou.
2. Senhor, és minha vida e a Ti vou me entregar
A Cristo e a igreja, me consagrar
Que tempo eu perdi, sempre olhando pra mim
Senhor, Te agradeço! Sou livre enfim.

3. Até a Tua vinda, dá-me tal coração:
Pregar o evangelho em qualquer nação.
E neste Continente, e por onde quer que for, Vou sempre proclamar: Cristo é o Senhor!

Alimento diario



La vida y la naturaleza de Dios – las epístolas de Pedro
Semana 1 --- La economia de Dios en los escritos de Pedro
Domingo --- Leer con oración: Jn 3:16; 2 P 1:5-7; 1 Jn 1:5; 4:8, 16
“En la piedad, afecto fraternal; en el afecto fraternal, amor” (2 P 1:7)
De la fe al amor
Primera de Pedro nos habla de la vida que nos fue dada y Segunda de Pedro nos habla de la naturaleza divina que recibimos. Después de afirmar que llegamos a ser participantes de la naturaleza divina, Pedro dice: “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 P 1:5-7). La naturaleza divina comienza expresándose en nosotros por medio de la fe objetiva que es trabajada en nosotros. Seguidamente, tenemos la virtud, el conocimiento, el dominio propio, la paciencia, la piedad y el amor entre los hermanos. Esto, sin embargo, no es suficiente. En la vida de la iglesia no es suficiente que haya amor entre los hermanos. Necesitamos crecer más en vida y ganar el amor divino, que es el amor ágape. Este es el amor con que Dios ama al mundo (Jn 3:16). El Señor no ama sólo a los judíos, no sólo a usted; Él ama a todas las personas del mundo, pues Dios es amor.
Juan nos muestra que Dios en Su naturaleza es luz (1 Jn 1:5) y amor (4:8, 16). Así que, vemos que Juan desarrolló más las epístolas de Pedro, cuyo punto máximo y final de la naturaleza divina es el amor. ¡Alabado sea el Señor!
En esta primera semana vimos la economía de Dios en los escritos de Pedro. Él nos lleva a la cumbre de la verdad, a saber: Dios se hizo un hombre para que el hombre llegue a ser Dios, en vida y naturaleza, pero no en la Deidad. Por el nuevo nacimiento nosotros somos hijos de Dios. Por eso, en esta serie del Alimento Diario, vamos a usar los escritos de Pedro para ver cómo recibir y expresar más de la vida y naturaleza divinas.
Punto Clave: Dios es amor
Pregunta: ¿Por qué el amor entre los hermanos no es suficiente en la vida de la iglesia?
¡Jesús es el Señor!
Jn 3:16; 2 P 1:5-7; 1 Jn 1:5; 4:8, 16

Alimento diario y Emanna 26 de mayo



La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 2--- Los elegidos
Lunes --- Leer con oración: Hch 10:10-15, 44-46; 13:1-2; Gá 2:11-14
“Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión; (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles)” (Gá 2:7-8)
La obra entre los judios y los gentiles
El tema de esta semana es: “Los elegidos”. Antes de la transformación que Dios le llevó a experimentar al apóstol Pedro, él estuvo limitado por su tradición judía y su encargo se restringía sólo a los judíos. El Señor Jesús quería que Pedro llevase la salvación hasta los gentiles, pues le mostró una visión de un gran lienzo que descendía de los cielos, en el cual había animales inmundos que representaban a los gentiles, y le dijo: “Levántate, Pedro, mata y come” (Hch 10:10-14). Según las ordenanzas del Antiguo Testamento, algunas cosas eran consideradas inmundas, pero deben ser consideradas limpias cuando Dios las purifica (v. 15). Sin embargo, Pedro tuvo dificultad para recibir tal visión. Aun así el Señor lo usó para abrir la puerta del evangelio a los gentiles en la casa de Cornelio (vs. 44-46).
Pablo cuando escribió a los gálatas, les mostró que Santiago, Pedro y Juan representaban a los apóstoles para los judíos, mientras que Pablo y Bernabé eran los apóstoles para los gentiles (Gá 2:7-8). En aquella época, Jerusalén era el centro de la obra entre los judíos convertidos, y Antioquía era el centro de la obra de las iglesias de los gentiles (Hch 13:1-2).
En estos dos centros de obra no hubo ningún tipo de ataque ni conflicto mutuo, a pesar de que había dos grupos de ministros en la obra del Señor. El encargo de Pedro era trabajar entre los judíos. Pablo, por su parte, tenía sobre sí una comisión con relación a los gentiles, y por eso fue hasta ellos. Pedro y Pablo fueron fieles al encargo del Señor. Esto es algo que merece nuestra atención y que debemos aprender. Por otro lado, Pablo cuando escribió la epístola a los gálatas, aún siendo joven, reprendió a Pedro en los puntos que consideró necesario (Gá 2:11).
Cuando Pedro visitó a la iglesia en Antioquía, inicialmente comía con los gentiles, pero cuando llegaron los hermanos de Jerusalén, de parte de Santiago, se retrajo. Además, los demás judíos también se retrajeron con él, y dejaron de comer con los gentiles. Por eso, Pablo los reprendió cara a cara (vs. 12-14). No obstante, Pedro aprendió una lección y una vez más “recibió el fuego” para remover sus impurezas. Aun delante de la reprensión, no vimos a Pedro responder ni refutar a Pablo. En ese aspecto podemos ver que su crecimiento era visible, pues en su segunda epístola recomendó los escritos de Pablo a los hermanos (2 P 3:15-16). Él quiso decir que aunque las palabras de Pablo eran diferentes a las suyas, ambos tenían el mismo objetivo final.
En 2 Pedro 3:15-16 él afirma que Pablo tenía palabras que algunos no lograban entender, pues no comprendían su hablar sobre la economía de Dios. Aun así, ellos no deberían torcer lo que el apóstol había dicho, pues sus palabras estaban de acuerdo con las demás Escrituras. Debemos aprender también esto: cada uno desarrolle el encargo que recibió del Señor y prosiga positivamente. No debemos criticar ni juzgar a nadie que interprete o haga las cosas de otra manera.
Punto Clave: Tener el mismo objetivo
Pregunta: ¿Qué lección aprendemos con las palabras de Pedro en 2 Pedro 3:15-16?

Alimento diario 27 de mayo


La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 2 --- Los elegidos
Martes --- Leer con oración: Mr 16:16; Ro 6:5-6; 14:1-5, 10, 13-16
“Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Ef 4:4-6)
La base para recibir a los hermanos
La base para recibir a los santos es Efesios 4, donde están descritos los siete “unos”: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (vs. 1-3). Entre los cristianos puede haber diferencias, pero debemos ser solícitos en guardar la unidad en estos siete puntos: un solo Cuerpo, un solo Espíritu, una sola esperanza, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos (vs. 4-6). Guardando estos siete “unos”, preservamos la unidad del Espíritu, pues sólo en el Espíritu podremos guardarla.
Cuando Pablo conducía a los gentiles les habló acerca de recibir: “al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Ro 14:1-5). Cada persona tiene su propio punto de vista, debido a que tiene un pasado diferente, sin embargo, todos tenemos que guardar los siete “unos”.
Al salir a la obra de expansión hemos contactado a varios grupos cristianos. Es suficiente que estemos en los siete “unos” para que los recibamos. Si tienen prácticas diferentes, eso es otro asunto. No vamos a discutir con relación a prácticas o maneras de interpretación de la Biblia, ni mucho menos a criticarlos, aunque haya ataques y difamaciones. Por el contrario, debemos dar gracias al Señor y tener muy en cuenta lo que Pablo habló correctamente con relación a la verdad.
De acuerdo con la ayuda que Pablo nos dejó en su epístola a los Romanos, no debemos juzgarnos los unos a los otros (v. 10), pues todos compareceremos delante del tribunal de Cristo. Por eso no critiquemos ni despreciemos a nadie que haga las cosas de manera diferente. Sólo abramos nuestro corazón y mantengámoslo ensanchado como el de Dios a fin de acoger a los que Él acogió basado en los siete “unos”.
A la luz de esa experiencia podemos resumir los siete “unos” de Efesios 4:4-6 de la siguiente manera: en cuanto al Padre, todos tenemos un solo Dios, que es el Padre de todos; y en cuanto al Hijo, tenemos un solo Señor, que es el Hijo de Dios; en cuanto al Espíritu, recibimos un solo Espíritu. De esta manera, tenemos al Dios Triuno, al Padre, al Hijo y al Espíritu. También tenemos una sola fe, pues recibimos al Señor Jesús. Esta fe nos dio condiciones para que fuésemos bautizados (Mr 16:16). El bautismo representa la sepultura del viejo hombre (Ro 6:5-6). Él también nos introdujo en un solo Cuerpo, que es la iglesia (1 Co 12:13). Tenemos también una sola esperanza. Cada uno de nosotros debe guardar los siete “unos”, sin sobrepasarlos ni dejar que falte algunos de ellos.
Punto Clave: Guardar la unidad del Espíritu
Pregunta: ¿Qué relación existe entre Efesios 4 y Romanos 14?

A BIBLIA

1. A Bíblia é o falar de Deus,
Traz ao homem luz e salvação.
A Palavra, vida e Espírito é
E transforma mente e coração.

Ler e orar me faz crescer.
Comendo sempre a Palavra, vou ter
Força e vigor pra derrotar
O inimigo e o mundo deixar.

2. Para ter com Deus doce comunhão,
À Palavra vou, sempre em oração.
"Ó Senhor Jesus!"; devo invocar,
Junto ao Senhor, guardado vou estar.

3. Minha vida, eu vou consagrar,
Minha juventude, não vou desprezar.
Deixo tudo o mais e busco ao Senhor,
Pois minha meta é ser um vencedor!

Vou entregar todo o meu ser,
Por Cristo e a igreja viver.
Nas reuniões, exercitar
O espírito e a todos edificar.

Alimento diario 28 de mayo


Alimento diario 28 de mayo
La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 2 --- Los elegidos
Miércoles --- Leer con oración: 1 Ti 2:3a-4; 2 P 3:15-17
“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Ti 2:2)
Servir conforme al encargo del Señor
Pedro y Pablo servían conforme al encargo que recibieron del Señor. Entre ellos no había críticas o juicios. El mismo apóstol Pedro, en su segunda epístola, menciona que las palabras de Pablo, por ser difíciles de entender, eran torcidas por personas indoctas (2 P 3:15-17).
Últimamente, en nuestra experiencia, hemos resaltado el ministerio ulterior de Juan que nos introdujo en el ministerio orgánico. Pero no podemos usar esto para criticar a los demás. En realidad, nuestro deseo debe ser como el de Juan, es decir, practicar la verdad a fin de que ésta llegue a ser vida. No vemos a Juan opinando sobre las cosas. El se despojó de todo, por eso el Señor le dio la revelación de Apocalipsis. Si estuviese lleno de sus propias cosas y no se hubiese despojado, podría haber mezclado sus propias cosas con el contenido de Apocalipsis, y causado una confusión.
Por eso Juan, ya avanzado en edad, fue a Éfeso a fin de practicar las palabras de Pablo. Todos los escritos de Pablo, que son aspectos preciosos de la verdad, necesitan ser practicados. Hasta la visión que el Señor le dio en el tercer cielo y fue registrada en sus epístolas, principalmente en las últimas como Efesios, Filipenses, Colosenses y Hebreos. Mientras estuvo en la prisión romana, el apóstol escribió las verdades pero no sabía cómo las iglesias las recibirían y practicarían. Por tanto, el encargo principal del Señor a Pablo fue que él escribiese todas las verdades.
En 1 Timoteo 2:3-4 Pablo afirma que Dios desea que todos los hombres sean salvos y lleguen al pleno conocimiento de la verdad. Todos los salvos necesitan llegar al pleno conocimiento de la verdad. Pablo le pidió a Timoteo que enseñase la Palabra a hombres fieles para que enseñen también a otros, y éstos a su vez lo pasarían a otros más, y así sucesivamente (2 Ti 2:2). Esto nos muestra que Pablo daba importancia a que las verdades fuesen transmitidas, aunque él personalmente no pudiese llevar a las iglesias a practicarlas por estar en la prisión. Finalmente, el Imperio Romano lo condenó a la muerte.
Después de veinte años, Juan se encontraba en el espíritu, en la prisión en Patmos, y fue allí que Dios le dio el encargo de escribir el libro de Apocalipsis, él recibió mucha luz y revelación. Por eso al ir a Éfeso, Juan llevó esas revelaciones a fin de practicarlas; principalmente, lo que había visto en la iglesia en Filadelfia: guardar la Palabra del Señor y no negar Su nombre (Ap 3:8). Esto fue lo que Juan comenzó a promover. ¡Gracias al Señor!
Estas cosas son básicas. Si queremos entender la verdad necesitamos estar en el espíritu; en caso contrario, sólo usaremos las verdades para hablar entre nosotros, discutir y estudiar. Por causa de las diferentes opiniones y puntos de vista, comenzaremos a criticarnos unos a otros. Pero si usamos nuestro espíritu que está mezclado con el Espíritu de Dios, la Palabra será vida para nosotros.
Punto Clave: Ser fiel al encargo del Señor
Pregunta: ¿Cuál era el encargo de Pablo?

Comer al Señor


CAPITULO UNO
LA BIBLIA ES UN LIBRO
ACERCA DE COMER
Lectura bíblica: Gn. 2:8-9, 16; Ex. 12:6-8; Dt. 12:6-7; 15:19-20; 16:10-11, 15; Jn. 6:35, 57, 63; Ap. 22:2, 4
LA BIBLIA ES UN LIBRO ACERCA DE COMER
La Biblia es un libro maravilloso, pero ¿cuál es su tema principal? Es perfectamente válido decir que la Biblia habla de Cristo, la vida y la salvación. Además, es correcto decir que habla de que las esposas deben someterse a sus maridos, del amor que éstos deben tener para con aquéllas, del honor que los hijos deben dar a sus padres y del cuidado de éstos para con ellos. También se puede decir que la Biblia habla de la humildad, la paciencia, la paz y la bondad, que habla del amor de Dios, Su luz y Su santidad. También podemos decir que habla de adorar a Dios, amarle y servirle. Podemos enumerar centenares y millares de temas que la Biblia contiene. Sin embargo, es interesante que jamás hayamos oído un mensaje acerca de que la Biblia habla de comer.

Es cierto que la Biblia es un libro de vida, de salvación, de amor y de enseñanzas. No obstante, después de leer los versículos citados, debemos reconocer que la Biblia es un libro acerca de comer.

Cuando Dios creó al hombre, no le dijo que necesitaba vida o salvación, ni que debía obedecerle, ni que debía ser humilde o pacífico, sino que lo puso en un huerto frente al árbol de la vida, indicándole en efecto que debía comer, comer y comer. ¿De qué habla la Biblia? De comer. ¿Cuál es el tema de la Biblia? Comer.

La Biblia es un libro profundo y misterioso. No nos aburre aun después de leerla repetidas veces ni podemos agotar sus riquezas después de leerla cien, o mil, o diez mil veces. Cada vez que leemos la Biblia hallamos algo nuevo. Hace unos treinta años yo ya había gastado tres o cuatro Biblias de tanto leerlas, y pensaba que la entendía casi en su totalidad. Pero llegué a comprender que todavía hay muchas verdades en la Biblia que no he visto. Si ahora me preguntan: “¿Hermano Lee, ¿qué ha descubierto en la Biblia ahora?” Les respondería: “Descubrí una sola palabra: comer”.

PARA LEER LA BIBLIA DEBEMOS
DESECHAR NUESTRAS IDEAS
Este tema se presenta claramente en la Biblia, pero no lo vemos ni siquiera después de leerla muchas veces. ¿Por qué no lo vemos? Porque las ideas obsoletas que tenemos son un velo que nos cubre los ojos. Es evidente que la palabra comer se encuentra en la Biblia, mas nosotros no la vemos. Esto se debe a que tenemos ideas preconcebidas y viejas.

Los versículos de Deuteronomio que citamos contienen un mandato que se repite muchas veces: “Y comeréis allí ... vosotros y vuestras familias” (12:7). Aunque hemos leído esta expresión muchas veces, es posible que no veamos que está ahí. Sin embargo, la expresión de Josué 24 que dice: “Yo y mi casa serviremos a Jehová” (v. 15), que sólo consta una vez en los sesenta y seis libros de la Biblia, es conocida por todos los creyentes. ¿A qué se debe esto? A que en nuestros conceptos naturales, la idea de servir a Dios cabe muy bien, pero no tenemos noción alguna de lo que es comer al Señor. Por lo tanto, aun después de leer los versículos que mencionan este tema, quizá todavía no veamos la palabra comer. Este verbo está en la Biblia, pero no es parte de nuestros conceptos. Sin embargo, la noción de servir sí es parte de nuestra mentalidad. Siendo francos, inclusive sin leer el versículo de Josué 24, según nuestros conceptos, nosotros diríamos igualmente: “Yo y mi casa serviremos a Jehová”. Este versículo bíblico concuerda con nuestros conceptos. Por consiguiente, esta idea se fija fácilmente en nuestra mente al leer el versículo. Esto es ajustar la Biblia a nuestros conceptos, no nuestros conceptos a la Biblia. Este es el problema que tenemos al leer la Biblia.

Dios dice que Sus pensamientos no son nuestros pensamientos; con todo, nosotros no estamos dispuestos a desechar los nuestros. Cada vez que acudimos a la Palabra de Dios, no leemos la Biblia, sino nuestros conceptos. Por ejemplo, tenemos el concepto común de que la esposa debe sujetarse al esposo y que el esposo debe amar a la esposa. Así que, al leer Efesios 5 donde se mencionan estas cosas, las vemos inmediatamente. Pero hay muchos pasajes importantes de la Biblia que pasamos por alto aunque los leamos muchas veces.

GENESIS: EL DESEO DE DIOS ES
QUE EL HOMBRE COMA DEL ARBOL DE LA VIDA
¿De qué habla la Biblia de principio a fin? Todos los estudiosos de la Biblia reconocen que hay un principio básico en la Biblia: cuando la Biblia menciona algo por primera vez, establece el significado inmutable de ese tema en su desarrollo posterior. Por consiguiente, si deseamos conocer la debida relación entre Dios y el hombre, debemos ver lo que Dios quería que él hiciera cuando lo creó. Cuando El creó a Adán, no le dijo: “Adán, te he creado para que me adores”. No notamos estas cosas en la Biblia, pues los pensamientos del hombre son religiosos. No digo con esto que tales conceptos sean malos, sino que son religiosos y provienen de la mentalidad del hombre caído; no son el pensamiento original. Cuando Adán fue creado, Dios lo puso frente al árbol de la vida y le dijo que podía comer gratuitamente del fruto de los árboles del huerto. Lo primero que Dios deseaba era que el hombre comiera, comiera y comiera. Por eso decimos que la Biblia es un libro que habla de comer. Pero ¿comer qué? Comer a Dios. Comer al Señor.

Sin embargo, podemos ver que de inmediato el hombre cometió el error de comer lo que no debía, y cayó. Es terrible comer lo que no debemos. Adán cayó porque comió. Comer físicamente es un símbolo de esto. Lo que comamos, sea de la vida animal o de la vida vegetal, es nuestra provisión vital. Si comemos lo que no debemos, podemos intoxicarnos. En algunos casos, nos podemos enfermar, y en casos más serios, hasta podemos morir. Lo mismo se aplica al ámbito espiritual. Solamente Dios es la verdadera comida; debemos comerlo únicamente a El. Si comemos otro alimento, comemos lo que no debemos. No nos debe sorprender que todos los seres humanos estén intoxicados. La última oración del libro de Génesis dice, refiriéndose a José: “Lo embalsamaron y lo pusieron en un ataúd en Egipto” (50:26). Tal fue el fin de José, y ése es precisamente el final del género humano. Este fue el resultado de que el hombre que Dios creó se hubiera intoxicado. Después de que el hombre se envenenó, murió, luego fue puesto en un ataúd, y permaneció en Egipto.

EXODO: EL DESEO DE DIOS ES
QUE EL HOMBRE COMA EL CORDERO
Después de Génesis, tenemos el Exodo, libro en el que Dios salva al hombre, quien todavía estaba en Egipto. ¿Cómo llevó a cabo Dios la salvación? En esta ocasión Dios se presentó en otra forma. En Génesis Dios se presentó como árbol de la vida, mas en Exodo se presenta como el Cordero.

Primero, Dios se presenta como una planta; luego como un animal. Ambos son figuras muy significativas. Un cordero es pequeño, y creo que el árbol de la vida no era un árbol grande ni alto, ya que estaba al alcance de Adán. De hecho, pienso que no era un árbol que crecía muy alto, sino que se extendía horizontalmente como la vid. Por consiguiente, Dios no se nos presenta como algo enorme.

No digo con esto que Dios no sea grande, sino que cuando El se nos dio para que lo comiéramos, se hizo pequeño. Cuando Jesús vino, los judíos esperaban al Mesías. Para ellos, éste tenía que ser un hombre grandioso. No obstante, cuando vino el Señor Jesús, a ellos les pareció muy débil y sin atractivo ni majestad; para ellos, El era un nazareno, de Galilea. Era verdaderamente insignificante.

Un día este pequeño hombre Jesús hizo algo espectacular. Alimentó con cinco panes y dos peces a cinco mil personas, sin contar a las mujeres ni a los niños. Por eso los judíos dijeron: “Este verdaderamente es el Profeta”, y trataron de hacerle rey. El Señor se les escabulló cuando oyó tal cosa. Nosotros no lo necesitamos aplaudir, pues si lo hacemos, El no recibirá el homenaje, sino que se irá. Al día siguiente el Señor Jesús regresó, pero no haciendo un despliegue de grandeza, sino en secreto, y les dijo: “Yo soy el pan de vida. Vine como alimento. No me interesa ser vuestro rey. No me adoréis, ya que cuanto más lo hacéis, más me desagrada. Pero si me coméis, me alegraré. Yo soy el pan de vida; el que me come vivirá por causa de Mí”.

Este concepto no se basa en la moral ni en la religión; ya que es un concepto divino. Hasta el presente, nosotros tenemos conceptos religiosos y seguimos pensando que el Señor está lejos en los cielos y que es supremamente santo. No digo que esto sea errado ni que no sea bueno, sino que no concuerda con el concepto de Dios, el cual consiste en que no hagamos un sinnúmero de actividades sino que le comamos.

CRISTO VINO PARA QUE LE COMAMOS
Los versículos que leímos en Deuteronomio 15 dicen que el primogénito del ganado no debe ser puesto a trabajar, ni se debe esquilar al primogénito de las ovejas, sino que deben comerse (vs. 19-20). ¿Qué significa esto en la tipología? Cuando muchos creyentes, y también incrédulos, hablan de Cristo, esperan que El labore para ellos o desean esquilarlo. Nadie piensa en comer a Cristo. Pedirle a Cristo que labre la tierra significa pedirle que haga algo para nosotros. ¿Ha notado que todos queremos que Cristo labre la tierra para nuestro beneficio todos los días? Si uno no puede resolver algún desacuerdo con su esposa, ora así: “Señor, Tú sabes qué esposa me diste; ya no sé qué hacer. Por favor cámbiala”. Esto es pedirle al Señor que labre la tierra en favor nuestro. Algunas hermanas oran así: “Señor, Tú sabes cuán terco es mi esposo. Por favor cámbialo; si no, no podré soportar más esta situación”. Cuando le pedimos al Señor que haga estas cosas para nosotros, le estamos pidiendo que labre la tierra.

¿Qué significa esquilar a las ovejas? Es quitarles la lana, la cual se usa para hacer ropa. Tal vez queramos que Cristo sea nuestro ornamento externo y tratemos de imitarlo. Son pocos los creyentes que escapan a esto. Los creyentes que no aman al Señor lo hacen a un lado sin siquiera notarlo. Pero los que le aman desean que El les labre la tierra o quieren esquilarlo.

La Biblia no nos dice que debemos labrar la tierra sino que debemos comer. No le pida a Cristo que haga algo en favor suyo; más bien coma a Cristo. No le pida que cambie a su cónyuge; más bien, coma a Cristo y vívalo a El. Tal vez su cónyuge no cambie nada, pero para usted, el vivir será Cristo. No le pida al Señor que discipline a su cónyuge, pues El nunca responde esa clase de oración. El Señor le dirá: “Mejor usaré mi vara para disciplinarte a ti”. Necesitamos comer al Señor. Cuando comemos al Señor, cualquier maltrato por parte de nuestro cónyuge nos será placentero. ¡Aleluya! No necesitamos que el Señor labre la tierra por nosotros ni necesitamos esquilarlo; sencillamente debemos comerlo.

Es como si el Señor nos dijera: “Yo soy el pan de vida. El que me come vivirá por causa de Mí. No esperéis que haga obras en vuestro favor, ni esperéis que yo sea vuestro ornato. Debéis comprender que yo vine para daros vida, y vida en abundancia. Yo deseo entrar en vosotros y ser vuestra vida y vuestro todo. Si yo vivo en vosotros, no os preocuparéis por las circunstancias. Es bueno que vuestro cónyuge cambie, pero es aún mejor si no cambia. Es bueno que vuestra esposa sea sumisa, pero es mejor si no lo es. Es hermoso tener un esposo tierno y comprensivo; sin embargo, es más hermoso si es tosco y áspero”.

Por consiguiente, lo que importa es tener vida en nosotros; no implorarle a Cristo que nos haga favores. Si Cristo entra en nosotros para ser nuestra vida y nuestro suministro vital, podemos hacer lo que otros no pueden, soportar lo que otros no pueden y llevar las cargas que otros no pueden. No labremos la tierra ni esquilemos las ovejas; más bien ¡comamos al Señor! No esperemos que El sea nuestro Profeta ni nuestro Rey. El vino para ser nuestro pan de vida. Así que, comámosle.

¿De qué trata la Biblia? ¡De comer! ¿Para qué vino Jesús? Para que le comamos. Cuando un creyente tradicional habla de la Pascua, le da importancia suprema a la sangre, lo cual es válido; no lo niego. El hombre pecó y necesita la sangre. Sin embargo, en el huerto de Edén sólo estaba el árbol de la vida, y no se menciona la sangre, ya que ésta sólo se hizo necesaria cuando el hombre pecó, pero el cordero no sólo tiene sangre, sino también carne. La sangre nos limpia de los pecados que cometimos por causa de la caída, y la carne nos suministra la vida del árbol de la vida. Por lo tanto, no sólo tenemos la sangre, sino también la carne.

Al leer Exodo 12 vemos dos cosas, la sangre y la carne. Aquélla fue rociada en los postes de la casa, por fuera, para que la casa estuviese cubierta por la sangre. ¿Qué hicieron los hijos de Israel que estaban cubiertos por la sangre? Comieron. Muchos creyentes hablan claramente de la sangre, pero el centro de la Pascua no es la sangre, sino la carne. La sangre es necesaria para participar de la carne; la aspersión de la sangre conduce al hombre a comer la carne. La sangre trae redención, y ésta, a su vez, conduce el hombre a disfrutar a Cristo como vida.

DEUTERONOMIO: EL DESEO DE DIOS
ES QUE EL HOMBRE COMA
EL PRODUCTO DE LA TIERRA
En el libro de Deuteronomio, vemos todo tipo de productos como diversas ofrendas que el pueblo de Israel traía a Dios. Estos productos tipifican a Cristo. Aunque las ofrendas se ofrecen a Dios, se convierten en nuestra comida. Ofrecemos a Dios estos productos, pero también llegan a ser nuestro alimento. Así que comemos lo que traemos como ofrenda.

En esta etapa, lo que disfrutamos no es sólo el cordero sino también la fiesta, en la cual tenemos bueyes, ovejas, tórtolas, grano, vino fresco y una gran variedad de primicias. Tenemos un rico banquete que incluye plantas y animales. Además, comemos este banquete siete días, no uno solo. Comemos durante los siete días de la fiesta.

Hoy comemos a Cristo no sólo como el árbol de la vida y como el Cordero, sino también como la fiesta. Guardamos la fiesta de Cristo. En cada reunión de la iglesia guardamos la fiesta y comemos a Cristo. ¡Venid y celebrad la fiesta! ¡Venid y comed a Cristo!

APOCALIPSIS: EL DESEO DE DIOS SIGUE SIENDO
QUE EL HOMBRE COMA DEL ARBOL DE LA VIDA
Por último, al final de Apocalipsis vemos la Nueva Jerusalén, la cual tiene un río y el árbol de vida que crece a ambos lados del río. Hay un versículo en el último capítulo de Apocalipsis que dice: “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por la puertas en la ciudad” (v. 14). Vemos, entonces, que nuestro destino es comer y beber al Señor, ya que Dios así lo dispuso. El ordenó nuestro destino. No debemos elegir lo que a nosotros nos parece.

Aun antes de la fundación del mundo, Dios determinó que nuestro destino y nuestro futuro sería comer al Señor diariamente. ¿Qué deben hacer los creyentes? ¡Comer al Señor! ¿Qué clase de creyentes debemos ser? Debemos ser creyentes que comen al Señor. ¿Qué clase de iglesia hemos de ser? Una iglesia que come al Señor. Los creyentes son personas que comen al Señor. En esto consiste el recobro del Señor. ¿Qué está recobrando el Señor? El está recobrando la práctica de comerle. La cristiandad, en general, perdió esto, y dejó de ver el hecho de que los creyentes tienen derecho a comer al Señor. Esto es lo que el Señor está recobrando en la actualidad.

Bienaventurados los que lavan sus ropas, porque ellos tienen derecho al árbol de la vida. No dice que tienen derecho a adorar ni a servir, sino a comer. Ultimamente cuando se reúne la iglesia en Los Angeles, los asientos no están ordenados en hileras, sino en numerosos círculos pequeños. Oí que planeaban tener muchas mesas, a fin de sentarse juntos y disfrutar el banquete. Esto tiene mucho significado. Miren cómo están organizadas las bancas en este salón. Cuando los hermanos y las hermanas se reúnen ocupan las bancas, fila por fila, da la impresión de que estuvieran en “el culto dominical de adoración”. Cuando ustedes se sientan de esta forma, reina la atmósfera de un “culto dominical de adoración”. No piensen que la distribución de los asientos no merece nuestra atención. Cuando todos se sientan tan ordenadamente, predomina el sabor de la religión, y se pierde la atmósfera de banquete. Pero si distribuimos los asientos en pequeños círculos de cinco o seis, tendremos un ambiente de banquete.

LA MANERA DE COMER
Si el Señor a quien comemos es el Espíritu, ¿qué órgano debemos utilizar para comerle? Debemos usar nuestro espíritu. El Señor es el Espíritu; así que debemos usar nuestro espíritu para comerle. ¿Cómo le comemos? Lo hacemos invocándole: “¡Oh, Señor! ¡Oh, Señor!” Invocar al Señor equivale a comerle. La Biblia dice explícitamente que el Señor es nuestro alimento y que debemos comerle. El, como Espíritu, es nuestra comida, y el órgano con el cual le ingerimos es nuestro espíritu. Además, la manera de comerle es invocar Su nombre. Invocar al Señor es comerle.

Algunos tal vez digan que nosotros no celebramos el culto dominical de adoración con aclamación e invocación. Tienen toda la razón. A nosotros no nos interesa ningún tipo de culto dominical; nos reunimos para comer al Señor. ¿Cómo lo hacemos? Invocando Su nombre. Uno puede ser refinado en muchas reuniones, pero no cuando se trata de comer. Tal vez piensen que invocar al Señor no es algo muy refinado, pero yo sé que es agradable y dulce, pues lo he saboreado. Agradecemos y alabamos al Señor porque El está recobrando esto hoy. ¿Qué está recobrando el Señor en la actualidad? ¡Que debemos comerle a El! ¡Aleluya!