jueves, 29 de mayo de 2008

LA UNIDAD DEL MINISTERIO DE DIOS

CAPÍTULO UNO Y LO QUE ATENTA CONTRA ELLA NUESTRA ORACIÓN POR ESTE ENTRENAMIENTO Señor, te necesitamos, y necesitamos que tengas misericordia de todos nosotros. Señor, te agradecemos por el entorno que propiciaste soberanamente. Eres Tú quien nos ha reunido. Gracias, Señor, por esta reunión. Creemos firmemente que Tú preparaste esta reunión y que tienes un propósito para ella. Señor, sentimos gran aprecio por este tiempo en el que estaremos reunidos. Te pedimos que estés con nosotros estos días. Te agradecemos, Señor, por Tu sangre que nos limpia; en ella depositamos nuestra confianza todos los días. Señor, seguimos siendo personas demasiado naturales, llenas de la vieja creación. Por mucho tiempo hemos vivido en nosotros mismos y hemos actuado regidos por nuestra carne. Incluso nuestros puntos de vista, Señor, el propósito de nuestras acciones, nuestras motivaciones y nuestras intenciones han sido completamente impuros. Cuánto necesitamos, Señor, ser lavados con Tu sangre redentora. Gracias, Señor, por Tu sangre redentora. Señor Jesús, incluso en el servicio que te rendimos, en lo que hacemos para Ti, reconocemos que nuestra obra es impura. No somos puros, Señor; necesitamos que nos laves. Lávanos por completo. Señor, nos lamentamos por nuestro pasado; nos arrepentimos ante Ti por todo lo que hicimos. Señor, te tomamos como nuestra ofrenda por el pecado y como nuestra ofrenda por las transgresiones. Señor, nos reunimos para acudir a Ti a fin de recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Señor, te necesitamos; necesitamos que nos visites una vez más. Señor, abre los cielos y danos un cielo despejado. Señor, incluso abre Tu propio ser a nosotros. Esperamos en Ti y dependemos de Tus palabras, de Tu revelación y de que operes en lo más profundo de nuestro ser. Oh, Señor Jesús, nada podemos hacer y nada tenemos. Señor, todo depende completamente de Ti. Señor, produce en nosotros la debida disposición de ánimo y prepáranos. Señor, purifica nuestras intenciones y purifica nuestro corazón. Danos una mente sobria; incluso Señor, danos un espíritu abierto, un espíritu que te busque. Señor, cúbrenos. Confiamos en Tu sangre prevaleciente. Señor, derrota al enemigo por amor a Tu nombre, por causa de Tu recobro y por causa de estas dos semanas de entrenamiento. Señor, derrótalo en mí cada día. Señor, guárdanos en Tu presencia. Amén, Señor. LA CARGA CON RESPECTO A ESTE ENTRENAMIENTO A fin de que logremos ver en qué consiste el mover del Señor en Su recobro hoy, debemos abordar doce temas principales, el primero de los cuales es el ministerio del Nuevo Testamento. En segundo lugar, debemos conocer cuál es la visión actual en el recobro del Señor. En tercer lugar, debemos considerar de qué manera se debe llevar a cabo esa visión, lo cual reviste gran importancia. En cuarto lugar, tendremos comunión sobre cómo hacer uso de diversos libros de consulta. El testimonio del Señor ha estado sobre esta tierra por más de diecinueve siglos. Muchos santos han sido muy usados por el Señor y muchos de ellos han publicado escritos. La manera en que hemos de usar esos libros es algo que merece mucha consideración, pues tiene mucho que ver con la obra que realizamos hoy, y sin duda, afectará nuestra obra, ya sea para beneficiarla o no. Necesitamos considerar cuidadosamente la manera en que debemos hacer uso de tales libros de consulta. Además, tendremos comunión acerca de las regiones del ministerio, y acerca de la relación que existe entre las regiones del ministerio y las iglesias locales. Estos asuntos constituyen el quinto y sexto tema respectivamente. En séptimo lugar, consideraremos la obra entre los santos de habla china y las reuniones de habla china. Es el Señor, en Su mover, quien ha hecho surgir esta obra, la cual ha cobrado especial auge en meses recientes; por tanto, debemos considerar cómo hemos de cooperar con el Señor en Su mover respecto a esto. En octavo lugar, debemos tener comunión sobre la obra de publicación que forma parte del ministerio del Señor. Además, tenemos que dedicar más tiempo a tener comunión sobre la posición de los ancianos y la función que ellos cumplen. Necesitamos reconsiderar, revisar y estudiar cabalmente lo relacionado con la posición de los ancianos y la función que ellos desempeñan. Éste es el noveno tema que trataremos. En décimo lugar, debemos tener una comunión detallada con respecto al perjuicio que se causa al ejercer control sobre otros. Después, tendremos comunión sobre la libertad de la cual gozan los santos. El último tema sobre el cual debemos tener comunión es nuestra actitud con respecto a las denominaciones y los grupos libres. En otras palabras, tenemos que reconsiderar cuál debe ser nuestra actitud hacia nuestros hermanos cristianos, es decir, hacia aquellos creyentes que no se reúnen con nosotros. EL MINISTERIO DE DIOS Al estudiar el ministerio de la economía neotestamentaria debemos comprender por qué el apóstol Pablo recalcó tanto el ministerio del Nuevo Testamento en el tercer capítulo de 2 Corintios. En este capítulo el apóstol Pablo definió el término “ministerio”, tal como ya lo hicimos notar en el Estudio-vida de 2 Corintios. En dicho capítulo, Pablo hizo hincapié en el ministerio del Nuevo Testamento debido a que estaba vindicando enérgicamente su ministerio, al cual él llamó el ministerio del nuevo pacto; y lo compara y contrasta con el ministerio del Antiguo Testamento, al cual él llamó el ministerio del antiguo pacto. Al estudiar 2 Corintios 3 podremos percatarnos que a los ojos de Dios únicamente existen dos ministerios en toda la Biblia. Uno es llamado el ministerio del antiguo pacto (vs. 7, 9 y 14), y el otro es llamado el ministerio del nuevo pacto (v. 6). La palabra griega traducida pacto en realidad es la misma palabra que se traduce como testamento. Para nosotros es más claro y conveniente usar la palabra testamento, ya que las dos secciones de nuestra Biblia —el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento— usan este término como titulo. A lo que nosotros llamamos Nuevo Testamento y Antiguo Testamento, Pablo lo llama el nuevo pacto y el antiguo pacto. En la Biblia, Dios nos revela únicamente dos ministerios, uno es el del Antiguo Testamento o antiguo pacto, y el otro es el del Nuevo Testamento o nuevo pacto. Pero en realidad ambos ministerios son uno solo, tal como el Antiguo y el Nuevo Testamento conforman una sola Biblia con dos partes o secciones. La palabra Biblia significa “el Libro” y alude a los escritos santos de Dios, las Santas Escrituras. La palabra Escrituras significa “los Escritos”, de manera que estas dos expresiones se refieren al mismo libro. Dios no tiene dos Biblias; Él tiene solamente una Biblia, la cual está compuesta por dos secciones: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Del mismo modo, el ministerio de Dios es uno solo, pero consta de dos secciones: la sección antigua y la nueva. El Antiguo Testamento fue simplemente una preparación para lo que habría de venir, esto es, para el Nuevo Testamento. Después de estudiar la Biblia y laborar en ella por muchos años, hoy podemos afirmar que el ministerio de Dios consiste en valerse de Sus vasos escogidos para llevar a cabo Su economía, es decir, para cumplir Su propósito eterno al impartirse en Su pueblo escogido a fin de que éste le exprese. Dios necesita hombres, Sus vasos escogidos, a fin de llevar a cabo Su economía. EL PRINCIPIO DE ENCARNACIÓN Conforme al principio divino, aunque Dios está en capacidad de llevar a cabo Su economía por Sí solo y de realizar todo lo necesario para lograr dicho propósito, Él ha decidido no llevarla a cabo por Sí mismo prescindiendo del hombre. El principio según el cual Dios lleva a cabo Su economía es el principio de la encarnación, un principio de suma importancia. Ciertamente Dios es capaz de salvar al hombre caído. Él puede hacer cualquier cosa puesto que es Dios y es soberano; sin embargo, Él se ciñe a un principio divino: Él hace todas las cosas concernientes a Su economía en conformidad con el principio de encarnación. El principio de encarnación requiere que Dios entre en el hombre y lo haga uno con Él. Por tanto, el hombre es un vaso a fin de que Dios pueda mezclarse con él. Aun en el Antiguo Testamento se puede ver el principio de encarnación; no obstante, resultó difícil para Dios establecer una tipología de la encarnación. Únicamente en Su obra de creación Dios lo hizo todo por Sí mismo, prescindiendo del hombre y sin que interviniera el principio de la encarnación. En la obra que Dios realizó para producir la primera creación, la vieja creación, el hombre no podía tener parte alguna ya que aún no había sido creado. Cuando el hombre fue creado, todas las demás cosas ya habían sido creadas; por tanto, el hombre no tuvo participación alguna en la obra creadora de Dios. Sin embargo, para llevar a cabo Su economía, Dios depende mucho más de Su segunda creación que de la primera. Su primera creación produjo solamente los materiales físicos, pero no era la intención de Dios crear solamente las cosas de la vieja creación y detenerse allí; más bien, Su intención era proseguir de la primera creación a la segunda creación. Es por medio de la segunda creación que Dios lleva a cabo Su economía. En Su segunda creación, Dios no hace nada, ni hará nada, sin el hombre. Él no lleva a cabo Su economía prescindiendo del hombre, ni tampoco el hombre puede cumplirla por sí mismo. Dicha economía sólo puede realizarse mediante la mezcla de Dios con el hombre. El primer caso, la primera instancia, el primer logro, de la economía de Dios fue llevado a cabo por Jesucristo. Debemos ver quién fue Jesucristo. Él no era únicamente Dios, ni únicamente hombre; más bien, Él era tanto Dios como hombre, un Dios-hombre. Aunque Dios es absolutamente poderoso y capaz, Él no podía efectuar la redención sin el hombre. Nada de lo que Dios hace para cumplir Su economía puede ser realizado sin el hombre. En la primera etapa, la etapa de la vieja creación, Él hizo todas las cosas por Sí mismo, pero en la segunda etapa Él no puede hacer nada sin el hombre. Al efectuar Su segunda obra de creación, es necesario que Dios se haga uno con el hombre y que haga que el hombre sea uno con Él, no meramente al añadirse al hombre sino al mezclarse con él. La concepción misma del Señor Jesús —la cual se efectuó por obra del Espíritu Santo y es la concepción de la encarnación— consiste en una mezcla. Ninguna concepción puede realizarse sin que haya una mezcla. Por tanto, no debemos prestar atención a la enseñanza tradicional, la así llamada enseñanza teológica, que se opone al concepto de la mezcla. En realidad, la enseñanza de la mezcla divina tiene un firme fundamento, y este fundamento es la concepción divina. La encarnación fue una concepción equivalente a la mezcla de Dios con el hombre, una mezcla de la divinidad con la humanidad. Esta mezcla produjo un Dios-hombre, Aquel que era Santo, quien era tanto Dios como hombre. Esta Persona santa era el Dios completo y el hombre perfecto, y fue el primero a quien Dios usó para llevar a cabo Su economía. Él fue el principio; después de Él, le sigue Su reproducción, Su aumento, Su continuación. Esta reproducción, aumento y continuación, es una entidad corporativa. Esto no es otra cosa que Su Cuerpo, compuesto por Sus miembros, los cuales constituyen la reproducción, aumento y continuación de Aquel único Ser que es tanto Dios como hombre. En principio, somos lo mismo que Él es. Así que, es completamente bíblico y necesario afirmar que somos Dios-hombres; esto es conforme al principio de encarnación, el principio que Dios guarda al llevar a cabo Su economía.

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