jueves, 19 de junio de 2008

alimento diario 8


"Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese" (1 P 4:12)
Las pruebas nos hacen refulgentes
Del huerto de Edén fluía un río que se repartía en cuatro brazos; el primero era el río Pisón, en cuyo lecho había oro y este oro era bueno (Gn 2:11). Cuando leemos oro bueno naturalmente pensamos en oro de veinticuatro quilates. Al estudiar el libro de Ezequiel vemos que el profeta nos habla de un metal brillante, que algunas versiones lo traducen como refulgente (Ez 1:4, 27; 8:2). Es diferente del oro común, es como el oro que estará en la Nueva Jerusalén (Ap 21:21). El oro que allí habrá no será físico, como el oro perecedero de veinticuatro quilates, sino que es totalmente puro y refinado por medio de las pruebas; es un oro transparente.
Al pasar por las pruebas somos purificados hasta que el oro llegue a ser transparente, hasta que la naturaleza divina en nosotros se exprese. Cuando las impurezas son removidas por el fuego, la transparencia aumenta. Pero, en seguida pasamos por nuevos sufrimientos y somos probados nuevamente. Entonces nuestra transparencia aumenta aun más. Finalmente pasamos por nuevas pruebas y logramos eliminar ciertos elementos de la vida del alma. En consecuencia, seremos transparentes en esos aspectos. El resultado de ser refinados y purificados como este oro está en 1 Pedro 1:7b: "Sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo". Esta manifestación es Su segunda venida, al final de la gran tribulación.
Cuando Cristo se manifieste, establecerá Su tribunal en los aires y juzgará a todos los creyentes. Pedro nos habla de que el juicio comienza por la casa de Dios (1 P 4: 17). Por eso nosotros, que somos la casa de Dios, seremos juzgados primero. Este juicio tendrá como criterio evaluar cuán purificados fuimos. No todos estarán trasparentes por completo, no todos tendrán en esa época las impurezas totalmente removidas. Sin embargo, el Señor tendrá otros criterios y tendrá Su tribunal, Su juicio. Si realmente obtenemos la purificación del alma seremos alabados. En otras palabras, quien pasó por varias pruebas, siendo purificado como el oro, será galardonado y entrará en el reino milenario. Además, tendrá participación en la gloria y en la manifestación del reino milenario. También será honrado pues reinará con Cristo mil años.
Si queremos reinar, ciertamente no podemos huir de las pruebas. En la purificación del oro físico, los metales más pesados que lo hacen impuro sólo pueden ser retirados a altísimas temperaturas. Así que, cuanto más puro es el oro, más alta debe ser la temperatura para librarlo de las impurezas que aún le quedan. Igualmente nosotros, cuanto más oro tengamos, mayor será el sufrimiento. ¡Pero no nos desanimemos porque una vez aprobados viene la exaltación y gran gozo!
Todo esto demuestra el amor del Señor para con nosotros. Él quiere que nosotros, los salvos, quitemos nuestras cosas naturales. Es muy común pensar que sólo quien cometió una falta merece pasar por el fuego. ¡Esto es un engaño! No estamos hablando sólo de pecados, sino de cosas naturales que aún están en nosotros. Todos tenemos que pasar por el fuego.
En 1 Pedro 4:12a leemos. "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido". Dios nos destinó para esto. Cuando este fuego viene a probarnos debemos gozarnos. El versículo 13 prosigue: "Sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría". Cuando el fuego ardiente viene a probarnos no tenemos otra opción, sino invocar: ¡Oh Señor Jesús! ¡Oh Señor Jesús!". De esta manera llegamos a ser participantes de los padecimientos de Cristo. Esta experiencia puede llevarnos a orar: "Señor, llévame a sufrir por que aun invocando Tú nombre no logro tocarte. Llévame a sufrir por que en el sufrimiento logro tocarte. Cuando sufro e invoco Tu nombre siento Tu presencia".
Al sufrir, no lo hagamos solos: seamos participantes de los padecimientos de Cristo, y suframos con Él invocando. "Oh Señor Jesús". Esto no significa que al sufrir juntamente con Cristo nos gozamos en ese mismo momento y en cosas externas. No, pero cuando Cristo sea manifestado en gloria podremos gozarnos exultando, pues una vez más nuestros elementos naturales habrán sido removidos y los atributos divinos aumentaron en nosotros.
Punto Clave: No podemos huir del fuego
Pregunta: ¿Cuál es el resultado cuando las cosas naturales son removidas?
Jesus es el Senor!

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